jueves, 19 de mayo de 2011

Democracia real...

No, no estoy acampando por las tardes en la Puerta del Sol, protestando porque nuestros políticos son malos y el sistema no funciona, pero la verdad es que entiendo muy bien ese movimiento de indignación.
Y no, no voy a dejar de depositar mi voto para estas elecciones (entre otras cosas porque este año he votado ya, por correo, que el domingo no estaré en España). Pero confieso que de haber sabido de este movimiento con anterioridad, me hubiese planteado hacer algo diferente con él.

La verdad es que no soy un líder de opinión ni una fuente de ideas insurgentes, ni siquiera un ideólogo muy proselitista. Soy más bien un tipo muy analítico que profundiza en su entorno para tomar decisiones en función de lo que encuentro.
Por eso contemplo el movimiento desde fuera con mucha incertidumbre, pero también con bastante esperanza.
Porque, aunque me da la sensación de que no va a desembocar en nada especial de cara a los próximos comicios, espero que tenga alguna relevancia en las generales del año que viene.
Creo que después del domingo todo seguirá más o menos igual, que el avance de la derecha va a ser muy fuerte en España tras las elecciones y que, aunque este movimiento a los únicos que puede favorecer es a IU y UPD, no creo que eso suponga un cambio importante en el panorama político más cercano.
Pero confío en que, con cierto tiempo para que esa indignación fragüe y se concrete en unas ideas claras y con una dirección más definida, empecemos a apreciar cambios que nos hagan recuperar algo de fe en la política.


Personalmente, me gustaría que, aupados por la gente que se moviliza, ganen fuerza los partidos minoritarios. Y que los dos grandes estancados en el poder no puedan dejar de tener en cuenta ese movimiento, y empiecen a considerar propuestas tan obvias como la adopción de un nuevo sistema electoral. Si quieren ideas, haberlas haylas muy razonables, y que ni originarían un fraccionamiento excesivo ni impedirían una participación más acorde con el verdadero porcentaje de voto que tiene cada partido en la realidad. Solo se necesita algo de la voluntad política que habitualmente falta.

Y también me resulta fundamental que poco a poco se vayan dando pasos para asumir que hoy en día existe tecnología suficiente para que la gente pueda participar en nuestra política de una forma mucho más directa. Que la idea de una democracia parlamentaria no esta nada mal para facilitar la gestión de entidades tan importantes como países, provincias o ayuntamientos. Pero que es necesario facilitarle, a la gente interesada, un acceso más cercano y constante a la política que gestiona nuestro entorno.
Porque somos muchos los que nos sentimos frustrados por sólo poder opinar una vez cada cuatro años y ver como después ese voto se usa para apoyar proyectos, leyes y políticas con los que estamos en total desacuerdo.

Ya he dicho antes que yo no soy realmente un creador, pero me fijo en lo que me rodea e intento adoptar ideas poco a poco (poco a poco porque soy bastante cabezota).
Bueno, pues cada día estoy más convencido de que lo que nos hace falta es algo muy parecido a lo que propone el Partido de Internet (PDI), aunque quizás con una orientación ideológica más definida y multiplicándose en diferentes partidos que cubran más o menos el espectro ideológico real de España sin generar controversias graves dentro de un mismo partido.

Y confío en que el movimiento recién surgido acabe dándose cuenta y apoyando de forma masiva algo parecido.
Según como evolucione la idea, igual hasta me afilio.
Por ahora, sigo analizando...


Nota final: No podía dejar de comentar una cuestión, el tratamiento que se le da a la palabra antisistema en los medios de comunición. Porque se identifica por defecto con algo malo, y no me parece del todo justo ni real.
Entiendo que en el movimiento del que hablo en este post hay dos tipos de personas antisistema: unos, los anarquistas, que no aceptan ningún tipo de sistema, y otros, la mayoría, simplemente hastiados por el sistema que tenemos, y deseosos de establecer otro más participativo y donde pese menos el poder del dinero.

Yo, pese a trabajar en una entidad financiera (el lado del mal, sic), me siento muy identificado con los segundos, porque evidentemente este sistema no funciona.
Me produjo una tremenda ternura ver hace un par de semanas en la tele, en el programa ese en el que se han traído a España a unos indígenas de diferentes tribus del mundo, criados en un estado de modernización más bien precario, como éstos chicos primitivos y sin civilizar se quedaban realmente tristes e indignados al ver que en plena Gran Vía de Madrid había personas pobres viviendo tirados en la calle. Miraban los edificios a su alrededor y preguntaban extrañados como era posible que con todo lo que tenemos haya gente que viva así.

Está claro que algo no funciona bien, y está claro que tiene que ver con como compartimos el mundo en el que vivimos todos. Si no empezamos a asumirlo y a establecer los mecanismos que lo cambien, estamos condenados, como especie, a pasarlo muy mal a medio plazo.
No puedo dejar de preguntarme cuanta gente de un país muy desarrollado tiene que estar en la miseria para empezar a movilizarse hacia algo más justo, y aun no tengo la respuesta.

domingo, 1 de mayo de 2011

Tres kilos cien.

Hay quien dice que las mejores cosas llegan sin avisar y sin ser esperadas.
No sé si estoy del todo de acuerdo, al menos no siempre, porque la verdad es que no soy una persona especialmente espontánea. Pero el viernes sucedió algo bueno, muy bueno, y lo cierto es que fue inesperado desde su concepción hasta su llegada definitiva, por lo que por esta vez tengo que admitir que la sorpresa ha sido muy buena.

Se llama Sofía, y es la tercera hija de uno de mis hermanos, la cuarta de todos mis sobrinos. Ha nacido un pelín antes de tiempo, lo suficiente para ser friolera sin necesitar incubadora, y nos ha pillado a todos un poco con el pié cambiado. Y aunque llegó dando un pequeño susto a su madre y a los médicos, es una niña sana, de 47 centímetros y 3.080 gramos, dormilona y bastante tranquila, que apenas llora. Si bien parece que ha heredado los pulmones paternos y es capaz de hacerse escuchar sin problemas cuando le es necesario.

Aunque siempre digo que los recién nacidos no se parecen a nadie, y suelen ser bastante feos, Sofía es igualita a su hermano, y ha salido tan guapa como suelen los nacidos por cesárea. Aun no sabemos el color de sus ojos o de su pelo, no hemos escuchado su risa ni somos capaces de reconocer su gorjeo. Pero ya es inevitable que la reconozcamos como algo nuestro, que es un sentimiento que va más allá del simple amor.
Los niños tan pequeños cambian mucho, casi a diario, y seguro que dentro de poco habrá dejado claro cual es su personalidad. Pero por ahora es una pequeña muñequita que apenas hace nada más que dormitar de brazo en brazo y soportar fotografías.
Porque claro, con lo que ha cambiado la telefonía en los últimos años, los reportajes fotográficos están a la orden del día, y ya cualquiera se lanza con su último modelo. Pero ella aguanta con estoicismo, posando con esos gestos recién estrenados, que aun no domina. Y aunque es la gran estrella y podría reclamar su propio camerino, lo cierto es que aun no se ha descolgado con grandes peticiones, es muy campechana.

Su hermano, que queda en medio, empieza a soportar su pérdida de protagonismo y el peso de dejar de ser el pequeño. Le costará, porque es un niño mimoso y algo cabezota, pero aprenderá poco a poco, como ya lo hizo con anterioridad su otra hermana. Por ahora, ante la insistencia de todos sus tíos de que debe proteger a Sofía y cuidar de ella, ha demostrado ser el más sensato y nos ha puesto a todos en nuestro sitio. Mirando con sus enormes ojos, nos ha contestado "si sólo tengo cuatro años", y nos ha derrotado en nuestro empeño de ponerle una carga que no le corresponde aun. Seguro que lo hará bien.

Y la mayor, cada día mas mayor y siempre tan responsable, está encantada con su hermanita. Y se emociona con la idea de darle el biberón, o cuando la ponen en sus brazos, con cuidado, que aun tiene sólo siete años. Al llegar al hospital el viernes, una vez que había nacido Sofía, se la veía muy feliz, deseando conocerla. Y ha dejado claro que no piensa cambiarle los pañales, pero seguro que le enseñará un montón de cosas, y que será una estupenda hermana mayor.

Algún día a Sofía le tocará ser mayor y sabia, como su nombre. Porque por ahora casi ni es, y solo le toca aprender a disfrutar y ser feliz. Tan feliz como nos ha hecho a todos a su alrededor, que tenemos que devolvérselo, como en la canción de Jorge Drexler.
Así que este post va por ella. Y por sus padres, que han sufrido bastante hasta tenerla aquí, y que serán los que más pelearán ahora para que Sofía nos dé todas las alegrías que esperamos de ella.
Enhorabuena, muchísimas felicidades y mucha suerte a todos.