jueves, 13 de mayo de 2010

Equivocaciones.

Sí, una entrada nueva.
Y no, que nadie busque en el título explicación para la ausencia, la única real es que no me apetecía escribir nada, y probablemente vuelva a desaparecer por un tiempo después de esta entrada.

¿De que va el título entonces? Pues de que hoy he oído algo que me ha llegado al alma y, esta vez sí, necesitaba escribir.

El caso es que vivimos tiempos convulsos, y la crisis económica que se cierne sobre Europa nos ha tocado de lleno (más si cabe) estos últimos días. Y eso ha hecho que algunos se despierten de sus equivocaciones y otros cometan equivocaciones nuevas, para hacer de este mundo un lugar igual de malo y cada vez con menos esperanza de cambio.

Zapatero nunca fue santo de mi devoción, pero no puedo negar tendencias izquierdistas, así que, entendiendo como entiendo que la política es a veces necesariamente falsa, prefería no reírme cuando negaba la crisis, y no llorar cuando se dilataban los errores a la hora de acometer las soluciones que se debían tomar. Medidas muy dolorosas, de las que los cobardes eludimos hasta que se llega a un punto de no retorno, pero que uno espera que se tomen desde la responsabilidad del gobierno y la serenidad del deber.
Es parte de mi culpa como votante asumir esa condescendencia hacia sus errores, aunque sigo pensando que, por desgracia, no existe una verdadera alternativa para mi vocación de voto. Y no nos engañemos, la opción de voto opuesta no le gusta ni siquiera a mis antípodas ideológicas, lo cual explica bastante la situación actual, en la que la oposición es tan mala que ni siquiera tendría asegurado el gobierno de darse unas elecciones en este momento.
Si tuviera que definir la situación política actual con una metáfora, diría que estamos en una carrera de Formula 1 en la que los dos coches más potentes y veloces van sin conductor, y el resto parece que llevan triciclos. Es mala, pero creo que suficientemente descriptiva para explicar como seguimos equivocándonos.

Pero la equivocación que más me ha sacado de mis casillas, y la que de verdad ha desencadenado este post, es la que he leído hoy en varios periódicos, extractado del editorial del "Financial Times". Una que reza: 'España, que lleva mucho tiempo reclamando que no merece estar en la misma categoría que Grecia, por fin se ha dado cuenta de que eso es una diferenciación que le corresponde delimitar a los mercados, no a los políticos.'
¿Y porque me toca la fibra especialmente esta frase? Posiblemente porque es cierta. Pero deja implícita el verdadero error en que estamos sumidos: los seres humanos hemos permitido que la economía se haga dueña de nuestra vida, incluso al más alto nivel, y ya ni siquiera los gobernantes de los países más poderosos pueden ejercer un suficiente control sobre ella.

Y no me entendáis mal, no pretende ser una lectura iluminada de alguien que se acaba de percatar de como funciona la maquinaria del mundo, ya tenía claro desde hace mucho que el dinero mueve a las sociedades, igual que el amor mueve al hombre.
Pero es que me da la sensación de que antes los poderosos se apropiaban de la política en su propio beneficio, mientras que ahora ya ni siquiera les hace falta eso. Y eso me roba la esperanza de que algún día alguien bueno pueda cambiar las cosas.

Porque esa es mi verdadera inocencia, confiar en que desde la política se podía luchar contra la corrupción económica del sistema, y ahora cada día me cuesta más creerlo.

Si asumimos que el parqué se mueve en muchas ocasiones marcado por grandes fondos especuladores que son capaces de modificar por si mismos el movimiento de las bolsas, y viendo el espectáculo de como se apuesta a que el precio de la deuda de un país vaya subiendo hasta estrangularlo y casi quebrarlo, nos damos cuenta muy rápido de que hay cosas que se deberían regular cuanto antes en los mercados si queremos asegurar cierto espacio de libertad para el ciudadano común.

Pero da la sensación de que todos los excéntricos y cataclísmicos movimientos que se producen desde los gobiernos para luchar contra la crisis están muy poco enfocados a romper esa tendencia, y duele ver como al final parecen ser los bancos y las entidades financieras quienes menos pagan el pato...

Están equivocados los políticos, que no atacan la base del problema por no tener valor para enfrentar las consecuencias. Están equivocados también los que manejan el engranaje de la riqueza, que exprimen tanto el limón que dañan la estabilidad social que les permite estar donde están. Y estamos equivocados el resto, porque vamos por mal camino y estamos tan adormilados por nuestras comodidades que no tenemos la voluntad de levantar la voz.


Pero uno puede equivocarse solo un número limitado de veces, y al final los errores se pagan. Y siguiendo por este camino, es solo cuestión de tiempo ver como nos vamos todos a la mierda...