lunes, 26 de enero de 2009

Cuestión de honor.

Será coincidencia, pero últimamente cada vez que veo una película en la que una policía norteamericana (ya sea la de Los Ángeles o la de New York, que son las más habituales) ejerce algún protagonismo, siempre hay corrupción de por medio, y me deja un amargo sabor de boca y cierta inquietud sobre como será la española. Sé que no tienen comparación, sobre todo en tamaño y autonomía, pero después de asuntos como la operación Bloque de Coslada, nunca se sabe...

El caso es que la que voy a comentar hoy trata precisamente de eso, de corrupción policial. Y de como una familia en la que todos sus miembros masculinos son policías, alguno con cierta responsabilidad, e incluso la única hija está casada con otro policía, se ve implicada en un feo asunto entre drogas, asesinatos y chantajes.

La película no está muy mal, te mantiene intrigado y en tensión, pero tampoco es como para tirar cohetes ni mucho menos. Está llena de tópicos (esos polis irlandeses y sus peculiares actitudes), frases oídas y situaciones mil veces vistas, y se sostiene más que nada en la magnífica actuación de Edward Norton, inevitablemente contrarrestada por el infumable Colin Farrell.
Lo más interesante de toda la historia reside en las luchas morales de unos y otros al ir viéndose llevados por los acontecimientos hacia un camino que solo puede destruirles, aunque aquí tampoco se de una solución especialmente original.
Toda la película preparándote los matices de los diferentes protagonistas, enseñándote sus flaquezas y fortalezas para darles cierto juego y que no quede todo en blancos y negros, para que que resulte que los malos son malos y los buenos tipos decentes. Y los grises se difuminan entre el contraste del bien y el mal, perdiéndose parte de la gracia que parecía tener la película...
Al final incluso hay una escena de pelea sin ningún sentido aparente que, pensándola a posteriori, seguramente esté metida con calzador para salvar el orgullo de uno de los personajes protagonistas, que prefiere morir para salvar mínimamente su honor...

Por lo demás, la dirección no es mala, y la ambientación es tan buena como suelen serlo todas las películas filmadas en New York, que de tanto que aparece en películas y series uno empieza a pensar que es como una especie de estudio gigante.

El resultado final no es que sea decepcionante, sino que simplemente no emociona. No hay nada ni nadie muy destacable más allá de lo ya comentado, y sirve sin más para pasar el rato.
Y al precio que está el cine hoy en día, y teniendo cierta oferta interesante en cartelera, quizás esta película sea prescindible...
Seguro que encontráis una opción mejor.

viernes, 23 de enero de 2009

Heavy Metal.

Heavy Metal es una película de animación de 1981, rodada por encargo de la revista de mismo nombre, y que se compone de varias historias de ciencia ficción entrelazadas a través de la narración sobre el Loc-Nar, una misteriosa bola verde que reune todo el mal y cuya historia sirve de nexo para todas las demás.

Recuerdo que andaba por casa cuando yo era niño, grabada en VHS de una vez que la pusieron en TV, y que alguna vez había intentado verla. Pero lo cierto es que esa estructura de historias sueltas me aburría, que el hecho de que cada una fuese dibujada con un estilo de animación diferente me confundía y que lo que me contaban me quedaba demasiado lejos para atraerme.
Aun así encontré el otro día una copia en DVD y decidí comprármelo para tener claro, con la perspectiva de los años si merecía o no la pena. Y la verdad es que, encontrándole algún que otro fallo, me resultó bastante entretenida.

Como decía, la película se compone de varias historias que se encadenan con el punto común del Loc-Nar. Las historias son, por este orden:
- "Soft Landing": Introducción de la película y comienzo de la historia sobre el Loc-Nar. El profesor Grimaldi encuentra la curiosa piedra verde y la conduce a su casa, donde su hija tendrá que enfrentarse al mal...
- "Harry Canyon": Una cínica historia sobre un taxista del futuro en un futuro Nueva York. Llena de violencia y sexo, me recordó en cierta forma a Philip Marlowe. No tiene la exquisitez narrativa de Raymond Chandler, claro, pero la historia está muy bien.
- "Den": Una historia muy graciosa sobre un típico geek, Dan, que es transportado a una dimensión alternativa donde se ve dentro de Den, una especie de supermachote invencible y conquistador. Se deshace de los malos, se liga a la buena y decide quedarse en esa realidad alternativa donde su realidad es mucho mejor de lo que es en la Tierra. Muy graciosa, una de las más irónicas de las historias.
- "Captain Stern": Cuenta la historia de un juicio contra el Capitan Stern, un militar corrupto de una estación espacial, y como se intenta librar de su pena. La historia es de las peores, pero el diseño de los personajes es de los más interesantes de la película: como poco el de apariencia más personal. A mi el personaje de Stern me recuerda muchísimo a Freddy Hardest, el protagonista de un juego que tuve en el Spectrum cuando era un niño...
- "B-17": Una narración de terror en el interior de un bombardero, que regresa a la base con casi toda su tripulación muerta tras un ataque. Cuando parece que el piloto ya se ha salvado, la historia da un giro... de muerte...
- "So Beautiful, So Dangerous": Esta es una historia bastante esquizofrénica en la que reina la típica proclama de Ian Dury: "Sex and Drugs and Rock and Roll"... Curiosamente, el protagonista más activo en el plano sexual es un pequeño robot que está bastante salido (nada, pero nada que ver con WALL-E). El final me recuerda, en cierta forma, a la canción "Paradise By The Dashboard Light", de Meat Loaf (solo que al revés), cuando la mujer de la historia acepta casarse con el robot ante su insistencia (eso sí, solo si lo hace por el rito judío). Delirante.


- "Taarna": La historia de la lucha contra el Loc-Nar por parte de una raza especial, los Taarakianos. En un mundo asolado por unos mutantes seguidores del Loc-Nar, Taarna, la última taarakiana viva ha de cumplir la venganza que sus genes exigen ante la masacre del pueblo humano. La más larga y seria de todas las historias, que conduce al final de la película.

Y el final desemboca en la derrota del Loc-Nar, continuando y completando la historia iniciada en "Soft Landing".

Tanto la música como la banda sonora de la película están muy bien, enlazando muy eficientemente con las escenas, aunque no siempre combinan perfectamente con el título de la obra (¿que hace Devo ahí en medio?). Y en conjunto, se podría decir que la obra es una muy entretenida y libre interpretación de lo que supone la liberación de todo tipo de prejuicios, y destila un humor más que atractivo.

En cuanto a los fallos, lo cierto es que son sobre todo achacables al tipo de película escogida. El hecho de estar formada por diferentes partes, con diferentes estilos narrativos, diferentes tonos y diferentes dibujantes hace que le falte un poco de sentido de unidad a la obra. El hilo conductor es escaso y difuso, y solo está bien trenzado entre "Soft Landing" y "Taarna". Y eso provoca bajadas de ritmo y perdidas de atención, aunque también permite ver la película de poco en poco sin perderse nada.
Y por otro lado, no hubiese estado de más alargar algunas de las historias, dotándoles de una mayor coherencia, pues algunas resultan tan cortas que parecen retazos perdidos de algo mayor.

Pero por lo demás, la película resulta muy divertida y se ve con bastante facilidad, así que os la voy a recomendar a todos (a todos aquellos que tengan más de 18 años, pues algunas escenas están algo subidas de tono).
Disfrutadla si la encontráis.

jueves, 22 de enero de 2009

Atila.

Se llamaba Clotilde, aunque por su forma de trabajar podría haberse llamado Atila y a nadie le habría sorprendido que a su paso no volviera a crecer nada. Y no porque fuera esparciendo sal, no, no le hacía falta. Simplemente era tan virtuosa en su proceso de destrucción que muy poco escapaba a su arte...

No recuerdo bien como llegó a mi casa, quién la recomendaría o qué miembro de mi familia la encontraría. Simplemente sé que llegó y estuvo un par de años trabajando de asistenta, cuando mi madre tuvo ocasión de ponerse a trabajar, mis hermanos estaban todos en el instituto o la universidad y necesitábamos a alguien que ayudara con las tareas del hogar. Y si no menciono a mi padre en esta relación es porque, efectivamente, mi casa está algo chapada a la antigua, y esos asuntos no le corresponden. Aunque, además, él también trabajaba en aquella época.

De cuerpo pequeño pero robusto, era humilde y buena persona, inculta y demasiado impetuosa. Tenía el pelo muy rizado, de un color negro oscuro, la piel morena y cierta pinta de bruja de cuento, aunque era un pedazo de pan.
Ahora bien, a la hora de hacer limpieza lo hacía al modo de la mafia. Eliminaba todo lo que había que eliminar, pero también un montón de cosas que acababan como víctimas colaterales de sus esfuerzos, como si hubiese empleado la táctica de ametrallar a ráfagas al pasar con un coche.
Y, rompiera lo que rompiera, siempre parecía un accidente.
Hasta el punto de que, cuando se cargaba una figurilla o un cristal, cualquier elemento decorativo de los que le gustaba tener a mi madre, nunca desaparecían sin más. No, quedaban en su sitio, rotos pero en un equilibrio inestable que mantenía su forma original, hasta que cualquier miembro de la familia lo rozaba y la pequeña obra de ingeniería que ella había construido para sostener la pieza se desmoronaba. Lo cual, por otro lado, diluía las posibles responsabilidades del delito, claro...

Aparte de esa capacidad destructiva, lo cierto es que Clotilde trabajaba relativamente bien. Tenía sus defectos, como por ejemplo freír la carne en profundidad. Es decir, no demasiado hecha, sino en varios dedos de profundidad de aceite, lo cual le otorgaba sabores y texturas muy características... Pero lo cierto es que planchaba rápido y bien, mantenía la casa muy limpia y era de confianza con los dineros y las cosas de valor.

Ahora bien, el motivo por el que no olvidaré jamás a Clotilde es una frase mítica que pronunció el día que, oyendo la radio según hacía sus tareas, escuchamos que había fallecido Freddie Mercury. La noticia fue bastante explícita, indicando que había fallecido de SIDA, lo cual en aquellos días se relacionaba directa e ineludiblemente con la homosexualidad y las drogas. Y a la pobre mujer, afectada como estaba por aquel fatídico deceso, solo se le ocurrió decir:

- ¡Que pena! ¡Era tan varonil!

Ante lo cual lo único que se me vino a la mente fue una imagen parecida a ésta:


No sé que fue de Cloti una vez que se fue de casa. Espero que le fuera bien allí donde fuera, y que mejorara sus dotes de limpieza para mantener su efectividad sin sus destructivos efectos secundarios. Pero el otro día escuche algo en la radio y me acordé de ella, y no podía dejar de escribir este post.
Va por ella...

lunes, 19 de enero de 2009

Resistencia

"Resistencia" es la última película de Edward Zwick, y narra la vida de un grupo de partisanos judíos que sobrevivieron a los nazis en los bosques de Bielorrusia. Una película entretenida, con varios defectos, que mantiene el interés aunque hoy en día, con la guerra israelita-palestina, sea fácil tener prejuicios hacia el pueblo judío.

La película está bien interpretada, con Daniel Craig, Jamie Bell (aka Billy Elliot) y Lieb Schreiber como principales protagonistas. Queda muy bien ambientada en el interior profundo de un bosque, con una fotografía muy fría, típica de este tipo de películas, que realmente ayuda mucho a meterse en lo terrible de la historia. Y no tiene nada especialmente bueno ni malo en su dirección, esta bien sin estridencias.
Pero falla más en cuanto al desarrollo de la historia y las licencias de los guionistas para conjuntarlo todo y darle una forma más narrativa. Así, se centra mucho en la figura de Tuvia (Daniel Craig), dándole un protagonismo y unas características demasiado heroicas, muy cinematográficas, pero poco realistas. También, quizás en busca de una justicia divina, carga en demasía contra los partisanos soviéticos, obviando el hecho de que los Bielsky eran muy cercanos a ellos (de hecho Asael, el personaje interpretado por Jamie Bell y que, en cierta forma, representa el honor en toda la película, acabó integrando el ejercito rojo por propia voluntad). Y, curiosamente en una película de este estilo, muestra a unos nazis bastante estúpidos y con muy poca habilidad para atacar y defenderse, menos crueles de lo que se podría esperar.


El verdadero interés de la película está en el hecho de plantearnos una resistencia activa desde un "comando" judío, algo habitualmente poco visto, ya que siempre se ha preferido mostrar al judío como una víctima contemplativa de la masacre nazi. En ese aspecto, la película podría resultar novedosa y muy interesante, pues obliga a los protagonistas a luchar contra ellos mismos para poder luchar contra la crueldad de sus enemigos, asimilando con ello parte de la maldad del otro.
Pero la idea no termina de fraguar en toda la película, y la historia decide darle a los Bielsky una imagen demasiado depurada, demasiado buena y bonita que, siendo perfecta para completar un guión épico, resulta muy poco creíble en una historia basada en hechos reales.

Como último comentario, aunque posiblemente sea lo más importante, hay que decir que a la película se le da un aire profundamente prosemita, no ya al tratarse de una historia de partisanos judíos, sino al convertir todas y cada una de sus peripecias en parábolas sobre las claves históricas del pueblo judío.
Así, hay muchas huidas e incluso un éxodo masivo. También hay lucha entre hermanos, con una separación manifiesta entre el que busca un bien más cercano a su dios, manteniendo unido al pueblo, y el que se deja llevar por una pasión más terrenal y violenta. Hay una clara lucha de David contra Goliath, que se resuelve a favor del primero en una escena final bastante increíble. Y, sobre todo, hay mucha persecución y finalmente, victimismo, con un pueblo judío odiado por todos, que no encuentra justicia ni siquiera dentro del ejercito rojo para el que lucha.


Y ahora perdonad que me salga del tiesto y de lo que es una crítica más cinematográfica, y voy a dar una visión más personal.
He de confesar que, tras los ataques de Gaza de las últimas semanas, lo que menos me apetecía era recibir una muestra como ésta de empatía hacia el mundo hebreo. Honestamente, no creo que lo merezcan.
Pero lo cierto es que hay mucho Hollywood muy inclinado hacia Israel, y este tipo de películas se emplean como verdaderas armas de "concienciación" que apoyan su causa.
Así que si te pasa como a mí, igual prefieres no verla para no salir del cine pensando que quieren comerte el coco.
Porque mi conclusión sobre este tipo de películas, y en general sobre la comunicación de ideas del mundo hebreo, es que se emplea un victimismo excesivo para que todos nos sintamos culpables por los horrores que han vivido históricamente los judíos (horrores injustificables e inhumanos, todo sea dicho). Y se hace de forma racional, buscando tanto una complacencia general ante los excesos de Israel como una reafirmación del propio judío en su concepción de pueblo elegido y, por tanto, envidiado por el resto.
Y creo que es una política que solo conduce a más rencor, que aumenta el odio de los que son antisemitas y favorece la manía de los que no lo son.
Como me dijo un buen amigo al salir del cine, "ni pidas a quién pidió, ni sirvas a quién sirvió", pues ocurre a veces que pierden el sentido de la medida, y se permiten excesos inapropiados. Lo de Israel, por desgracia, es un magnífico ejemplo de como alguien que ha sufrido es capaz de repetir ese mismo mal, olvidándose de sus propios valores.

Para terminar, por lo que he leído por ahí, hay una película que narra la historia de los partisanos soviéticos en Bielorrusia, llamada "Masacre (ven y mira)", que acerca con más crudeza lo que fue la resistencia contra los nazis en las mismas zonas que esta "Resistencia" de Zwick. No está centrada en los judíos, y posiblemente sea menos épica, pero tengo entendido que es más real y permita sacar una mejor idea histórica de aquella vivencia.

jueves, 15 de enero de 2009

El amor nos destrozará...

Hay canciones que se convierten en himnos. Canciones que son parte de algo más, que representan cosas y tienen importancia más allá de su propia letra, su melodía o su calidad musical. Y "Love will tear us apart (os la dejo en una versión menos habitual) es una de ellas...

Escrita en 1979 por Ian Curtis, el líder de Joy Divison, "Love will tear us apart" no es solo un desesperado grito ante una relación que se quiebra. Ni tampoco es solo el mejor single de todos los tiempos para el semanario musical inglés New Musical Express (NME), o la frase que quedó en la lápida del propio Curtis cuando se suicidó poco después de publicarse como single. Ni siquiera es solo una de las canciones más versioneadas que existen...
No, para mí "Love will tear us apart" es una canción que define una época y un estilo, incluso una ciudad. "Love will tear us apart" es el himno que marca la música Madchester, ni "Happy Mondays" con su pop tribal, ni "New Order" con su tecno, ni la troupe de grupos cercanos al rock y al pop que aparecieron después casi en los 90...

Y, como casi todo lo que digo, se puede discutir. Mucho y con motivos. Pero éste es mi blog, y hoy me decido por ella, porque canciones nacidas en Manchester hay muchas, pero himnos...



Nada más por hoy. Solo recomendaros encarecidamente ver "24 Hour Party People" para entender como empezó aquel movimiento musical, y disfrutar con una parte de la historia de la música de los últimos 30 años a través de gente tan curiosa como Tony Wilson.
Nos vemos...

miércoles, 14 de enero de 2009

Nieve.

Para alguien que ha vivido toda su vida en Madrid y que, aunque haya viajado un poquito y haya podido ver escenas nevadas mucho más impresionantes que las de este pasado fin de semana, no está ni mucho menos acostumbrado a la nieve, encontrar que hoy aun quedan praderas de orientación norte totalmente cuajadas de blanco es algo infantilmente ilusionante.


El viernes, en el apogeo de la tormenta, podía verse a personas vestidas de traje saliendo de la Torre Picasso para juntar unos cuantos puñados de nieve en sus manos y arrojárselos juguetones a sus compañeros de trabajo. Volviendo a casa para comer, vi a maduros aparcacoches de aspecto habitualmente avinagrado, trabajar concienzudamente en equipo en el montaje de un modesto hombrecillo de nieve, a las puertas de uno de los bingos más lujosos de Madrid. Y en la parte central de la Castellana, donde el goteo de coches es continuo hasta con los semáforos en rojo, hubo momentos en los que la nieve llegó a cuajar en la propia calzada, en las zonas entre carriles, dándole a la calle una extraña apariencia entre cebra y avenida moscovita que jamás había visto antes.

Y yo miro esa nieve aun sin derretir y la piso como si fuese un niño, y me regodeo en la idea de que vuelva a nevar y todo vuelva a ser tan blanco y limpio...


El domingo, después de jugar un congelado partido amanecido a las 9 de la mañana, me fui a hacer fotos, de aquí para allá en el coche, resbalando con mis suelas casi lisas en las placas de hielo peleonas de algún parque albino. Y aquí os dejo algunas de esas fotos, para que os deleitéis conmigo con lo preciosa que hace la nieve en determinados paisajes (aunque alguna me la reservo para próximas entregas fotográficas).


Sé que mucha gente lo pasó mal, que hubo un montón de golpes, de caídas, de pequeños accidentes. Por no hablar de los que se vieron atrapados en el exceso de tráfico rodado o la ausencia del tráfico aéreo.
Pero no puedo evitar desear que vuelva a nevar así, de esa forma salvaje que no conocía en Madrid, formando un tapiz esponjoso tan limpio sobre el suelo gris de la ciudad. Y volver a ser un niño con un motivo tan tonto...


Las fotos, en mayor resolución, aquí.

martes, 13 de enero de 2009

¿Cuanto vale el amor?

En estos tiempos que nos ha tocado vivir, se puede afirmar sin temor a equivocarse que determinados valores han tocado fondo. Ocurre con las acciones de muchas empresas, pero ocurre con cosas peores, y la noticia de la que os voy a hablar es una muestra perfecta:

"¡Devuélveme el riñón! (me partiste el corazón)"

Con ese título tan poético se nos comentaba el otro día en elmundo.es la noticia de un hombre (el doctor Richard Batista) que le reclamaba a su ex esposa la devolución del riñón que le había donado, toda vez que entraban en una demanda de divorcio. Eso o bien la módica cifra de 1,5 millones de dolares. Y como excusa para semejante reclamación, el doctor indicaba que lo donó con la manifiesta intención de salvar su matrimonio.

No es mi voluntad poner en entredicho las intenciones del doctor, pero... sí, quiero ponerlas en entredicho... que leches, las intenciones del doctor son manifiestamente crematísticas, y lo único que de verdad quiere es ganar dinero con la historia, bien publicitándola o bien, si el diablo quiere, ganándole el juicio a su ex mujer.

Lo peor del caso es que este tipo tiene tres niñas con la mujer del riñón. Y que podría ocurrir que, si a esa mujer se lo quitaran, las niñas se quedaran sin madre. Lo cual no solo parece algo que no se la haya pasado por alto al doctor Batista, sino que, muy al contrario, me atrevería a decir que es la penúltima intención del pérfido cirujano. Quizás tan solo quiere quitársela de en medio...

Si me pidieran solución al conflicto, me gustaría que la mujer hallase un mejor donante, y que Richard recuperara su órgano. Igual en el reencuentro, él vuelve a encontrar el amor con su órgano extirpado, aunque valga un riñón. Y a lo mejor con una solución así se da cuenta de lo mezquina de su petición.
Además, bien mirado, para ella tampoco tiene que ser muy agradable saberse deudora de semejante ser. Y está claro que, en parte al menos, eso de juntos para siempre en su caso es una maldición...

Lo que está claro es que uno nunca acaba de sorprenderse de las cosas que acaban en las noticias. A veces por intrascendentes, y a veces porque nos descubre nuevas facetas de la condición humana que ni siquiera sospechábamos. O esas viejas que conocemos y no nos gustan...

lunes, 12 de enero de 2009

Una familia con clase.

Basada en una obra de Noel Coward ("Easy Virtue"), y siguiendo los pasos de Alfred Hitchcock, que ya la había adaptado en 1928 (aunque muda en aquella ocasión), se acaba de estrenar "Una familia con clase", una película entretenida y divertida, con un reparto bastante llamativo y que es una muy interesante opción para pasar un buen rato en el cine.


Está protagonizada por Jessica Biel, esa chica que algunos conocimos hace unos años en una serie casta y ñoña llamada en España "Siete en el paraíso" y que luego sorprendió al mundo con su belleza en "El Ilusionista", y por ser escogida la mujer más sexy del mundo en alguna revista. Y en esta película sale fea por momentos, lo cual no sé si es bueno o malo.
No hace mal papel, y si tiene fallos no son achacables a su trabajo personal. Pero es difícil destacar cuando se trabaja al lado de Kristin Scott Thomas, una de esas actrices que, sin ser especialmente guapa, llama siempre la atención por su elegancia, y de la que es indudable su buen oficio. Y completa los grandes nombres del reparto Colin Firth, con un papel muy bien escogido para él, pues se usa muy bien su inconfundible porte inglés para darle una pequeña vuelta de tuerca al derrotado señor Whittaker.

La película tiene un par de fallos que se hacen algo notables. Por un lado Jessica Biel no da bien el papel. Igual se me pasó algo en la película, pero da la sensación de que su personaje, Larita, ha de ser mayor de lo que ella representa. Y que su apariencia debe ser de mujer más hecha, con más mundo e historia de la que se ve en Jessica Biel (como escribió Oscar Wilde, "Hay muchas mujeres que tienen un pasado; pero me han dicho que ésta tiene, por lo menos, una docena, y que todos son de lo mejor").
Por otro lado, falta química entre ella y Ben Barnes, el actor que hace de su esposo. Y eso es especialmente malo pues es lo que debería sostener la historia y darle credibilidad al resto de la obra.
Y, por último, hay momentos en los que la película tiene altibajos de ritmo, y da la sensación de que algunas escenas podrían haberse suprimido en el montaje para darle más vida a la obra, que parece más ácida de lo que se ve en la película.

Pero por el lado de las cosas buenas también tiene aspectos muy interesantes que merecen mucho la pena. Las interpretaciones de Colin Firth y, sobre todo, de Kristin Scott Thomas, son muy buenas, haciendo muy creíbles sus propios dramas personales.
El guión tiene situaciones muy divertidas y conversaciones mordaces especialmente cómicas. Es mérito evidente de Noel Coward, pero no dejan de ser un buen motivo para ir a verla.
Y hay algunos personajes secundarios, como Furber el mayordomo, interpretado por Kris Marshall, que tienen vida propia y destacan por encima de la mayoría de personajes con más peso.
Además, la banda sonora es un verdadero acierto. No solo porque está basada en canciones conocidas traducidas a ritmo de años 20-30, sino porque introducen muy bien en la época y situación deseadas. Así, por ejemplo, ese "Sex Bomb" que se nos canta a ritmo de charlestón es sorprendente, pero encaja a la perfección con la escena.
Y para concluir, hay una serie de juegos visuales para entrar y salir de escena que están muy bien. No puedo decir que Stephen Elliot sea ningún genio, y de su filmografía solo es rescatable "Las aventuras de Priscilla, reina del desierto", pero hay alguna imagen jugando con reflejos (como en una bola de billar, se me ocurre ahora) que son muy llamativas.

La visión que intenta aportar Noel Coward y se transmite a la película, de cierta forma de vida y sociedad, y sus dramas asociados, es suficientemente crítica y profunda sin dejar de ser una comedia. Y además es de esas obras que acaban como deben sin excederse en buscar un final demasiado feliz para todo el mundo, lo que le hace, dentro de sus límites, más realista.

No es una película que vaya a ganar ningún premio y, como ya he dicho, tiene fallos evidentes. Pero sopesándolo todo no puedo dejar de recomendarla. Sus fallos son fácilmente perdonables ante el buen sabor de boca que dejan muchas de sus escenas más divertidas.
Así que ya sabéis, otra de interés...

viernes, 9 de enero de 2009

Los Secretos.

Uno de mis hermanos es un forofo de "Los Secretos". Lo tiene todo, incluso CDs de discos que nunca se han editado en CD (y que el mismo se dedicó a pasar desde vinilo). Y yo me crié con él escuchándolos, así que son parte de esa música heredada que se han ido acoplando a mi propia base musical.

He de confesar, eso sí, que a mí "Los Secretos" que me gustan son los de Enrique Urquijo, y que después de la muerte de éste, casi les he perdido totalmente la pista. Y no tanto porque hayan cambiado mucho, sino más bien porque me dejaron de interesar y porque dejé de convivir con mi hermano, así que he tirado más por otros derroteros.

Recuerdo el día que apareció muerto Enrique en aquel portal de la calle Espíritu Santo de Madrid. Me desperté para ir a clase y por ahí andaba mi hermano con la cara por los suelos, sin lágrimas, que no van mucho con nosotros, pero visiblemente triste. Me miró y me dijo: "Se ha muerto Enrique Urquijo". Y no hizo falta que me contara como ni que me dijera más.
Yo también me sentí muy triste por aquello, y me quedé un poco en shock al pensar que no volvería a saber nada más de "Los Secretos" ni de "Los Problemas", aunque luego los primeros continuaron su carrera. Y enseguida me vino a la cabeza cuanto tiempo le quedaría a Antonio Vega... instinto macabro, imagino.

De "Los Secretos" mis favoritos son sin duda con sus primeros discos. No es que no me gustara su cambio de estilo posterior, pero lo cierto es que de entre toda su discografía me quedo con "Déjame","Sobre un vidrio mojado" o "Niño mimado". Ese ritmo rápido, esas canciones de menos de 3 minutos y esas letras a veces ñoñas y siempre tan juveniles.
Pasado aquel primer disco que les hizo famosos, hicieron después otros dos discos, "Todo sigue igual" y "Algo más" (los discos perdidos), siguiendo más o menos el estilo del primero, aunque sin casi apoyo de la discográfica. Y en vista de la propia evolución del grupo, las perdidas y sus nuevas tendencias, el grupo cambió su formación y estilo y encaró la segunda mitad de los 80' pasando a composiciones más cercanas al folk y el country.

Y aunque ya digo que no es mi etapa favorita, y aun cuando "Déjame" es sin duda su canción más conocida, lo cierto es que es a partir de este momento que "Los Secretos" comienza su etapa más fructífera y de mayor éxito. Discos como "El primer cruce", "Continuará", "La calle del olvido" o "Adiós tristeza" contienen muchas de las canciones más famosas que jamás hayan compuesto, como "Buena Chica", "La Calle del Olvido" u "Ojos de gata".

Los segundos años 90' continuaron con la misma línea, con nuevos discos, aunque con menos éxito. Llegaban nuevos grupos con nuevas tendencias, y "Los Secretos" empezaban a parecer viejos. Su música no es tan simple como la de la mayoría de los grupos que surgieron en esos días, y no consiguieron captar nuevos fans. Pero los de siempre no les abandonaron en ningún momento, y hasta hoy su público ha sido siempre de fieles seguidores.
Durante toda la década, Enrique compaginó el grupo con "Los Problemas", que incidían más aun en su vena melancólica, y parecía estar en uno de los mejores momentos artísticos de su vida cuando llego su muerte, en noviembre de 1999.

Y a partir de esos momentos, Álvaro se hace cargo del liderazgo de la banda y surgen nuevos discos. "Solo para escuchar", "Con cierto sentido" y "Una y mil veces" han continuado la existencia del grupo, aunque como ya digo no les he seguido mucho desde la muerte de Enrique.
El año pasado sacaron un recopilatorio por sus 30 años de carrera, y éste último se han dado un homenaje con un baño de multitudes en la Plaza de Toros de Las Ventas, del que tengo muy buenas referencias por lo que me contó mi hermano.
Y parece que dentro de poco habrá nuevo disco, y que la vida continúa para ellos...
Me alegro, pese a que ya no me atraigan demasiado.

Os dejo, para terminar, este vídeo de "Sin dirección", contenida en en mini LP "El primer cruce", con el que iniciaron su cambio de estilo tras sus años más jóvenes:



Que los disfrutéis.

miércoles, 7 de enero de 2009

Soy minero...

Todo el mundo tiene sus cosas para relajarse. Los hay que hacen punto de cruz, otros que son adictos a los masajes. Y hay a quién le da por las maquetas, la pintura, los soldaditos de plomo...

Yo no iba a ser menos, y no soy el más raro, la verdad. De hecho, las actividades que me relajan son bastante comunes. Por un lado, hay pocas cosas con las que me sienta más a gusto que jugando un partido de fútbol bien peleado, uno con mucha rivalidad en el que haya estado corriendo todo el tiempo. Una afición que comparto con muchísima gente...
Y en casa, cuando me apetece dejar de pensar, recurro al "Buscaminas". Sé que hay otros como yo (sin ir más lejos, J.K. Rowling es bastante buena en el jueguecito, y también le da cuando quiere dejar de pensar en escribir), pero ésta es una afición menos común. Vamos, al menos aun no he visto a cien mil personas ir a un estadio a ver a nadie jugar al Buscaminas...

Aunque para mucha gente lo del Buscaminas es pura suerte, y en buena parte tengan razón, la verdad es que para conseguir un buen récord es importante tener una buena estrategia, haber practicado mucho y dominar las diferentes funciones de botón que proporciona el juego. Porque mucha gente no sabe siquiera que puede colocar banderitas para marcar las banderas pasadas, y para la gran mayoría el uso simultáneo de los botones derecho e izquierdo del ratón es un secreto desconocido. Y ese es el secreto más importante para poder desvelar bombas a toda velocidad...

Recuerdo que aprendí a jugar gracias a mi hermana. Le veía jugar tan rápida, despejando las 16x30 casillas del nivel experto, con sus 99 minas escondidas, a un ritmo que me parecía imposible y me admiraba de su capacidad. Luego, con los años, conseguí superarla, y dejé mi récord particular en 102 segundos para ese mismo nivel, que no está mal pero tampoco es gran cosa viendo algunos resultados que hay por ahí. Aunque desde que cambié de ratón a uno inalámbrico, con menor nivel de precisión, me resulta difícil bajar de 150 segundos. Y ya no juego con tanta entrega...


En mis buenos tiempos podía pasarme muchos minutos delante de la pantalla, terminando partidas a una media de 125 segundos, fallando solo cuando la suerte resultaba decisiva. Incluso desarrollé teorias de juego y relacioné algunas estrategias con situaciones de vida reales... Pero hoy en día me lo tomo más en plan relax, y sigue resultándome una actividad muy tranquilizante.
Ahora bien, de cuando en cuando me surge la idea e comprarme un mejor ratón y ponerme a jugar en busca de bajar de esos 100 segundos que separan a los mejores de los que solo somos aficionados. Serán los últimos estertores de rebeldía que me quedan, no sé, pero estoy seguro de que acabaré haciéndolo.
Y a fin de cuentas, estas son de las pocas bombas que no hacen daño a nadie, ¿no?
Venga, todos a jugar...

lunes, 5 de enero de 2009

RocknRolla

[Cotilleo inventado (totalmente inventado, inspirado en hechos reales):

Dicen que Guy Ritchie era un tío con mucho ingenio y tendencia a hacer guiones muy divertidos y retorcidos (¿producto de su dislexia, quizás?) que un día acertó con una fórmula que llamó "Lock, Stock And Two Smoking Barrels" (que en español, porque lo valemos, llamamos "Lock and Stock", para acortar).
Sabiendo que su fórmula era ganadora, llegó a Hollywood y la empleó dándole una vuelta de tuerca, creando una divertida película llamada "Snatch" (que en español, porque lo valemos, llamamos "Snatch: Cerdos y Diamantes", para joder la trama). Y no solo mantuvo el éxito, sino que se hizo amiguete de las estrellas, se lió y casó con Madonna y aumentó su fama en todo el mundo.

¡Ah!, pero que efímera es la grandeza cuando uno se rodea de malas compañías... Guiado por su exitosa pareja, su siguiente obra fue un remake baboso que solo se basaba en darle protagonismo a Madonna Louise Veronica Ciccone y perdía su esencia creadora. Y en ese estado continuó el pobre Guy, confundiendo izquierda y derecha, arriba y abajo, sin ver la luz...
Imbuido por la influencia mística de la Ciccone, que muy entrada ya en la cuarentena encontraba en la Cabala la solución a los problemas espirituales que tenía desde el vídeo de "Like a Prayer", pero muy consciente de su fracaso anterior, Ritchie escribe su siguiente película, "Revolver" (que directamente no fue traducida a lo que sería un correcto castellano "Revólver").
Se confundió un poco, asumiendo la búsqueda de su fórmula como si debiera ser parte del guión, pero retomó alguna buena costumbre y construyó una mejor película. Su problema fue que, para contentar a su esposa, metió sutiles referencias a la Cabala aquí y allá, y le quedó una historia demasiado enrevesada, pero inicio el camino.

Ahora bien, a Madonna no le gustó que su marido tomara determinadas iniciativas, y le dio un ultimátum: "O dejas de hacer esas películas raras de mafiosos o lo nuestro se ha acabado".
Guy entendió que se estaba haciendo mayor, y ella más. Y que aunque ella tuviese mucho dinero, igual podía mantenerse sin su ayuda, así que se puso manos a la obra para recuperar la senda que le había llevado al éxito.
Y así fue como, en el año 2008, murió un matrimonio famoso, pero revivió un curioso y divertido creador. Y fruto de ello, nació "RocknRolla"...

Fin del cotilleo inventado]

Bueno, no tengo ni idea de como fue que Guy Ritchie recuperó la inspiración, pero el caso es que lo ha hecho.



RocknRolla no tiene mucho que contar si ya has visto "Lock And Stock" o "Snatch", sigue el juego de las mafias británicas y la suciedad que se esconde detrás de esa estirada educación inglesa.
Lo más destacable es que incorpora con mucha gracia a la pétrea mafia rusa y se sitúa en una capa de poder algo superior a sus obras anteriores; es menos barriobajera, aunque no falten yonkies. Y también que mejora su abuso de los juegos de cámaras en plan videoclip (que he de confesar que, en el caso de Guy Ritchie y con su forma de narrar, me parecían casi siempre un acierto, aunque habitualmente no me gusten en otras películas), que ahora emplea con más maña y menos excesos para producir efectos más potentes sobre el espectador.

Por lo demás, es sobre todo una obra muy divertida. Como las anteriores, está llena de situaciones extremas, a veces violentas, aunque sin agredir en exceso la sensibilidad del espectador, que entiende el juego que proponen. El guión es más complejo que en otras ocasiones, destacando más que las otras por su capacidad para entrelazar diferentes tramas personales en una historia general compacta. Y el trabajo de el elenco de actores es también muy bueno, destacando un Mark Strong al que cada vez que veo en una película le encuentro mejor.

Muy recomendable para todo aquel que disfrutara de "Lock and Stock" y de "Snatch", totalmente prescindible para los que las detestan.
Yo me reí un buen rato...