lunes, 30 de junio de 2008

Podemos...

Minuto 2 de partido. Tras una serie de pases típicos del buen juego demostrado por el conjunto español durante toda la Eurocopa, Alemania se hace con el manejo del juego y deja a España anquilosada, sin ser capaz de sacar el balón fácil, como solo ella sabe.


Mientras, en casa de mi amigo Javi todos vemos el partido en la terraza de su piso, en el bajo del edificio, con una mezcla de interés apasionado, excitación y, porque no decirlo, miedo a la derrota. Y Alemania afianza su juego.

Se acerca el minuto 15 y la naturaleza me dice que tengo que hacer un alto en el camino. Los nervios, el miedo, y la coca cola. No me hace gracia. Históricamente, cuando nos juntamos a ver un partido y uno se va al baño en medio del mismo, nos meten un gol. Pero entre orinarse encima o ser abucheado por mis mejores amigos, me decido por lo segundo. Y me voy al baño, acompañado por los insultos de los que más me quieren (sic)...

Bajo la cremallera, meto la mano para.. bueno, para sacármela, y de repente me acuerdo de que llevo los calzoncillos puestos al derecho. En el último partido me los puse al revés sin querer y España machacó a Rusia, por lo que había prometido volver a ponérmelos al revés en la final. Meo, pero después me quito los calzoncillos y me los pongo con la abertura en el culo. ¿Superstición? ¿Homenaje al orgullo gay? Poco útil es, estiliza pero es incómodo. Pero ¿dará suerte?

Informo de la nueva situación a mis compañeros y nada más volver me encuentro con que Torres acaba de enviar un balón al palo. Y poco después, en el minuto 32, en una jugada estupenda el 'Niño' marca un gran gol. Me miro contento a la entrepierna, y sonrío por lo que hay allí oculto.

Y a partir de ese momento las llegadas de Alemania son cada vez menos peligrosas, mientras que España se va adueñando del partido, dominándolo defensivamente sin dejar que le generen grandes dificultades. Y acaba el partido y resulta que, por una vez, hemos podido...

Mis amigos me hacen bajarme los pantalones para comprobar si les he dicho la verdad, y les demuestro mi superstición. Y me voy al baño para poner las cosas en su lugar.


España es campeona de Europa, muy merecidamente, y casi nadie sabe que buena parte del merito está en mi ropa interior. Y me siento un héroe por un día. Uno como Bruce Willis en "El protegido", uno del que nadie sabe. Pero entiendo una vez más (es la mejor conclusión que se saca de los cómics de superhéroes) que ser un héroe es duro, que no siempre te lo agradecen, y que conlleva una gran responsabilidad a la hora de usar "el don" (tendré que escoger muy bien cuando ponerme los calzoncillos al revés).

Y entiendo también que mi don es mi privilegio y mi obligación, y me enorgullezco de emplearlo así.

No, no me lo agradezcáis ahora que sabéis la verdad, no lo merezco y me hace sentir violento...

Continuaré patrullando la parrilla deportiva los fines de semana para intentar conseguir nuevas metas. Y lo haré por vosotros tanto como por mi, porque la felicidad que genera no tiene precio (aunque quizás el precio lo pague mi descendencia, y no me refiero a las pensiones).
Podéis dormir tranquilos...


PD: Bueno, vale, lo escribí nada más llegar a casa después de ver el partido y dar una vuelta con mis amigos, tanteando el ambiente. Y estaba contento eso es todo...
Por cierto, los calzoncillos me los cambio todos los días, no os creáis...
Ah!, y el de la foto no soy yo, pero os hacéis una idea...

viernes, 27 de junio de 2008

Una semana rara...

Esta semana he estado algo más silencioso que de costumbre.

El martes por la noche se me estropeó el ordenador, y no he sido capaz de sacarlo adelante. Así que no podía escribir, y decidí no meter ningún post de los que tenía ya escritos, pues no sabía cuando podría volver a escribir otro.

Ahora tengo ordenador nuevo. Llevaba un tiempo pensando en cambiarlo, pero me tiraba atrás el tener que reinstalar el sistema y todo el software. Pero lo que se me ha roto del viejo ha sido el disco duro, así que iba a tener que hacerlo sí o sí. Por si os lo estabais preguntando, o tenéis algo de empatía por este tipo de desastres, tenía un sistema de mirroring de mis datos (un backup online, instantáneo), así que creo que no he perdido nada. Eso que me ahorro.

El nuevo ordenador está temporalmente en marcha. Temporalmente porque no me gusta nada el Vista, y estoy recopilando drivers para volver a mi XP. Espero no tener problemas, aunque seguro que alguno habrá... ya os iré contando, porque espero darle matarile este fin de semana.

El caso es que hacía tiempo que tenía la idea de hacer un post sobre mi rutina; sobre esa especie de estructura sin adornos de la vida de cada uno, de la que algunos reniegan aunque sea tan necesaria para encontrar equilibrios. Pero esta semana ha sido poco rutinaria y no es la apropiada. Aun así, os contaré un poquillo como ha sido.

El comienzo de la semana estuvo marcado por la visita de mi hermana, la de Granada, con su pareja y mi sobrino (¿hay una forma de llamar a una pareja de hecho con una palabra que no haga parecer que me cae mal? Que en realidad me cae bien, pero dicho así da una sensación rara de desapego. Porque no están casados, pero como si lo estuvieran, ¿como llamarle?).

Mi sobrino es un terremoto que cumplirá 3 años dentro de unos días, y que cuando le regañan por hacer algo malo dice que "quiere ser un papá" que no tenga que preocuparse por nada. Muy grande para su edad (en tamaño), muy coordinado, incontrolable. Y muy divertido cuando se junta con sus otros primos.

Sus otros primos son una niña de 4 años que querría ser una princesa de cuento (y por la que se nos cae la baba a todos) y su hermano de año y medio, que va diciendo "hola" al mundo (seguro que acaba como programador). Y que, como apenas sabe otras palabras, se hace entender a base de onomatopeyas del tipo "uh, uh" o "¡yuju!". Otro con vocación de terremoto.
Tenerles a los tres juntos es como participar en una película de acción, aunque lo bueno es que nunca les he visto pegarse o llevarse mal, parece que disfrutan jugando entre ellos. Es divertido verles, sobre todo al pequeño, que parece que no se entera de nada y se dedica a agitarse y corretear sin que se le entienda mucho...




El miércoles se me estropeó el ordenador. Parezco Enjuto Mojamuto, pero ya os he contado la historia. Solo añadiré que intenté reparar el disco duro con un programa que, a las dos horas de lanzarlo, llevaba consultados 10 MB de los 1.200.000 que tiene el disco. Lo dejé correr, y al día siguiente, por la mañana, estaba en 13 MB analizados, y tenía más de 600 fallos corregidos. Decidí que daba el disco por perdido. Compré un ordenador nuevo, y lo monté ayer.

Por la tarde quedé con unos amigos a ver el fútbol. España -Rusia. Llegué tarde al partido, porque me di una ducha de última hora antes de salir de casa después del trabajo y de haber estado montando el equipo nuevo. No suelo quedar para verlo, aunque en esta ocasión era en casa de uno de ellos, y en plan tranquilo. No me gusta verlo con gente porque a mí el fútbol me gusta mucho como deporte y con cierto conocimiento de la táctica y la estrategia. Y odio verme metido en un ambiente de apasionamiento alocado. Pero así, tranquilo, merece la pena. Ya os lo conté antes... Al final salió todo perfecto. Uno de los mejores partidos que he visto de España. Y además, mis anfitriones me regalaron un disco estupendo, así que me salió la noche redonda.

Después del partido y tras mucha Coca Cola, decidí ir al baño, a vaciar la vejiga. Descubrí que, con las prisas de vestirme después de la ducha, llevaba puestos los calzoncillos al revés. He de admitir que era muy cómodo por delante, y en cierta forma me dejaba un buen tipín por detrás, pero resultaba poco útil a la hora de orinar.

Y hoy es viernes y estoy deseando que termine la jornada para que llegue el reposo del fin de semana. Esta noche iré invitado al Rock in Rio, y el domingo tengo un bautizo antes del partido. Aun no sé si quedaré con alguien para verlo, pero os prometo que volveré a ponerme los calzoncillos mirando hacia donde la espalda pierde su buen nombre. Lo haré por el bien de todos los españoles que desean que la selección gane la Eurocopa... ya sabéis, si ganamos, será gracias a mis calzoncillos.
Feliz fin de semana...

martes, 24 de junio de 2008

Cuestión de ritmo.

Hoy voy a comentar algo que se ha convertido para mí en una especie de obsesión:

La gestión de los tiempos en los actos propios.

Dicho así puede parecer una cosa muy abstracta, algo demasiado difuso como para convertirse en una cuestión obsesiva. Así que igual es mejor que me explique mejor.

Con el paso de los años cada vez me doy más cuenta de que la idoneidad de un acto, de cualquier cosa que se hace, no estriba tanto en la naturaleza del acto en si como en la conjugación de la susodicha naturaleza del acto con la selección temporal en la que se realiza; con el momento exacto en que se lleva a cabo y el contexto que la rodea.
Esto es así hasta el punto de que incluso sucede que un acto puede ser en su naturaleza muy imperfecto y, solo por una cuestión de selección del momento justo, convertirse en algo trascendente. Por lo que, de cara a la importancia de las cosas, he llegado a la conclusión de que casi resulta más interesante encontrar el momento en el que se deben hacer que la acción en si misma.

En definitiva, lo que vengo a decir es que por eso en muchísimas ocasiones da absolutamente igual lo que se haga o diga, que, si se escoge el momento oportuno, el éxito de la acción (entendiendo como tal el resultado deseado) estará asegurado.
Y la importancia real de lo que planteo (lo que me obsesiona en parte) estriba en que sospecho que lo que hace que unas personas sean más o menos exitosas (no observado como éxito social, sino personal) no está tanto en temas de capacidad real, sino en una destreza especial para encontrar los momentos adecuados. En una capacidad diferente para adecuar su vida al ritmo necesario en cada momento y en una visión casi inconsciente que les hace decir y hacer las cosas en el instante justo.

Habrá quien me diga que eso es inteligencia emocional, y que esa también es parte de la capacidad de las personas. Y tendrán razón. Aunque también es cierto que esa parte natural muchas veces es muy inconsciente, y la inteligencia emocional se trabaja. No es solo eso, es como si hubiese gente con una capacidad natural personal de ser lo suficientemente flexible como para sincronizar su metrónomo con los del resto (no dejéis de ver el vídeo).



Pero también creo que hay una buena parte de la selección del momento a la que me refiero que es totalmente casual, que no reside en la persona sino que está en lo que solemos llamar suerte. Me refiero a eso que nos pone en un sitio justo en el instante adecuado y que no depende de ninguna intuición intelectual. Lo que hace que exactamente la misma acción funcione en un caso y no en otro sin que el actor haya hecho ningún razonamiento sobre el resultado final...

Eso es para mí una cuestión de ritmo; de haber adecuado nuestro acto al momento de una forma inconsciente hasta llevarnos al éxito.

Y cada día observo más ejemplos que me hacen pensar que, al final, eso es lo que acaba definiéndonos personalmente, de una forma que no controlamos del todo, pero que es absolutamente decisiva.

lunes, 23 de junio de 2008

Margot y la boda

He de decir que me pasa muy pocas veces que vaya a ver una película y salga del cine desconcertado y sin tener claro lo que me quieren contar. Pues con "Margot y la boda" he dado con uno de esos raros casos, y realmente aun no tengo muy claro que contaros al respecto.

Os puedo decir que está interpretada por una cada vez más plástica Nicole Kidman (y no me refiero a su elasticidad, ni a su capacidad de transformarse en sus personajes, sino a su cirugía) y por una estupenda Jennifer Jason Leigh, acompañados por el histriónico Jack Black. Y que ambas lo hacen bastante bien, mientras que él se queda en... histriónico.
La escribe y dirige Noah Baumbach, que fue nominado al Oscar en el 2006 por la película "Una historia de Brooklin" (maravillosa traducción del original "The Squid and the Whale"). Y creo que pretende profundizar en las relaciones familiares (como en aquella) y en como las familias se destruyen y se reunen a partir de los hechos que conforman las vidas de cada uno de sus componentes.

Pero que queréis que os diga, no me enteré demasiado. Quizás sea porque fui a verla en un horario inusual en mí, o porque directamente la película es complicada, no sé. El caso es que al salir del cine me fui con la sensación de que los personajes que protagonizaban el film, sobre todo el de Nicole Kidman, estaban extremadamente desequilibrados. Y que, pese a tener características profundamente humanas, eran muy difíciles de creer, al resultar muy sacados de quicio.

Y cuando intento entresacar alguna conclusión sobre lo que vi, no encuentro nada, como si el vacío familiar que me han querido contar hubiese profundizado en mí, con lo cual a lo mejor incluso se trata de un acierto. O peor, como si la película realmente no contase nada de interés y simplemente se recrease durante 90 minutos en incidir en los fallos de sus personajes, sin avanzar en ningún sentido...
Honestamente, creo que la película fracasa, pues pienso que pretende ser una visión hiperrealista de los defectos humanos centrados en el ámbito familiar. Pero los personajes amontonan tal cantidad de peculiaridades que resultan de todo menos normales, y la realidad se escapa completamente por sus extravagancias. O eso o los americanos son demasiado raros y aun no me había dado cuenta.

Para los que estáis interesados en verla, pues nada, solo aconsejaros tener paciencia, que cuando parece que al final se pueden resolver algunas incógnitas, la película se acaba, y así da la sensación de que es más corta, y saldréis más contentos. Y para el resto... pues oye, que tampoco hay porque ver toda la cartelera, así que si tenéis algo más interesante que hacer (pintar juncos, por ejemplo), no dejéis de hacerlo.

Y ya sabéis, a ver mucho cine y a ser felices...

viernes, 20 de junio de 2008

Asuntos de familia (III).

Este último "especial" sobre mi familia materna, cuyas partes anteriores tienes aquí (I y II) lo dedicaré a mi abuela.

Mi abuela procedía de una familia humilde. Su padre era pintor, y había heredado bastante dinero. Pero estaba separado de mi bisabuela, con la que vivía mi abuela, y se había ido a vivir a las Canarias, así que vivían del trabajo de ella, del que no dispongo datos.

El caso es que eso debió infundir en mi abuela algún carácter artístico, porque cuando creció y tuvo edad para trabajar se dedicó a ser corista en revistas teatrales de Madrid. Por lo que he visto en fotos y vídeos de cuando era joven, mi abuela era bastante guapa y con muy buen tipo, así que me resulta fácil imaginármela como actriz de revista. En concreto, cuando conoció a mi abuelo, estaba trabajando con Celia Gámez, por lo que sospecho que no debió ser muy bien vista por mis bisabuelos (no quiero decir que las revistas de Celia Gámez fueran subidas de tono, pero era una época en la que ser actriz era algo bastante despreciable). Y algo me dijo mi madre de que por ahí anda en alguna película de la época...
Mis abuelos empezaron a salir juntos antes de la guerra, pero no se casaron hasta que ésta acabó. Ya se sabe, amor en tiempos de guerra.

Como mi abuelo, mi abuela era más proclive al bando nacional. De hecho, como muchos sabréis, durante la Guerra Civil Madrid estuvo por momentos sitiada muy de cerca. Y mi abuela realizó labores de "espionaje", transmitiendo mensajes en cajas de cerillas que vendía en un puesto callejero durante aquellas fechas. Supongo que vivió tiempos mejores.

Al terminar la guerra mis abuelos se casaron. Mi abuelo se dedicó a la sastrería, y mi abuela... a sus hijos y sus tareas, como cualquier mujer de la época. No eran exactamente ricos, pero si bastante acomodados, con servicio y chofer, y mi madre y mis tíos crecieron sin ninguna carencia.

De la vida de mi abuela una vez casada sé más bien poco. Debía llevar una existencia plácida, haciendo vida social con amigas de su entorno, saliendo a hacer visitas y yendo a espectáculos. Aunque también es cierto que no fue una mujer muy típica de su tiempo. Por ejemplo, mi madre recuerda que en una ocasión las monjas de su colegio le llamaron la atención a ella porque el día anterior mi abuela había ido a recogerla en un vestido largo y entallado, rojo pasión y les había resultado impúdico. Y que al día siguiente mi abuela fue a decirle a las monjas que ella vestía como le daba la gana, y que si querían reprocharle algo, que no lo hicieran a través de su hija. Y también sé que, en unos tiempos en los que estaba mal visto relacionarse con homosexuales, ella tuvo muchos amigos gays, con los que compartía muchas de sus reuniones.

En verano se trasladaba con sus hijos a Benidorm, donde pasaban unos meses y recibían las visitas de mi abuelo y su hermano, de rodríguez en la capital. O sino, subían todos al hotel de La Barranca, en Navacerrada, que por aquel entonces no era la ruina que es hoy en día. Pero realmente no hay nada peculiar que pueda comentar sobre ella. Solo sé que conoció a Ava Gardner, pues en las épocas que ésta pasó en Madrid compartieron modista, pero no tengo más datos para añadir chicha a la anécdota.

Los pocos años que compartí con ella me sirvieron para guardar muy pocos recuerdos. De hecho, soy incapaz de rememorar su voz, y aunque sé que era muy cariñosa conmigo y con el resto de mis hermanos y primos, y que me llevaba a menudo de paseo, la recuerdo muy seria, exactamente como en el retrato suyo que tiene mi tío. Y ahora no sé si es porque el retrato captó perfectamente su alma o porque mi olvido ha hecho que esa sea la única imagen fiable en mi memoria. Aunque también es cierto que mi madre me ha contado que tuvo un fuerte y poco comprensible giro a la derecha más áspera cuando llegó la democracia, e igual eso influye en imaginarla siempre enfadada.
Sea como fuera, la recuerdo con cariño. Cosas de la sangre, imagino...

Aquí otro minivídeo de mis abuelos haciendo el ganso:

jueves, 19 de junio de 2008

Desnudando mi Ipod.

Mi Ipod fue un regalo de cumpleaños que me hicieron mis padres y hermanos hace dos. Un estupendo ejemplar de Ipod Nano de la segunda generación, de 8 GB, en un elegante negro.

Cuando me lo regalaron yo estaba usando un Creative Zen Micro de 4GB con el que estaba bastante contento, pero que no resistía la comparación de peso y diseño con el Ipod. Solo le ganaba en que tenía la radio incorporada, pero se soluciona en el Ipod con un pequeño accesorio que, aunque no es barato, me da mejor calidad de recepción que la radio del Zen.

El caso es que al poco de recibirlo, y a pesar de ser muy estiloso, empecé a cansarme de como era, así que le compré unos trajes. Y el otro día, como llevaba ya mucho tiempo sin cambiarle de ropa y ya empezaba a oler, decidí que podía enseñároslo en el blog, desnudito como llegó al mundo y con un par de modelitos.

Allá van:

1. Este es él tal y como me lo dieron de fábrica. La verdad es que está muy bien, en ese negro mate solo interrumpido por la leyenda de los controles y la propia pantalla:


2. Este en cambio es mi Ipod vestido para la guerra. O para un concierto mod, aun no le tengo cogido el truco a su personalidad, con tanto cambio de look. Como veréis, el traje está muy bien diseñado, incluso en sus zonas más delicadas, esas que algunas destripan invocando el espíritu de Innsbruck:


3. Y esta es su versión más freak, con el Flying Spaghetti Monster en el proceso de la creación, tal como lo habría dibujado Miguel Ángel de haber sido Pastafariano:


Tengo otra piel más para el cacharro, una con el cuadro del grito de Munch, que siempre me ha parecido que podía representar a un fan delante de su músico favorito y me pareció muy adecuado para un reproductor de música. Pero la tengo por ahí, guardada, y como no participó del cambio de ropa no pude fotografiarla. En otra ocasión, quizás...

miércoles, 18 de junio de 2008

Banderas.

El domingo de la semana pasada, mientras compartía con mi familia la sobremesa de la comida, disfrutando de la victoria del mejor tenista en tierra de todos los tiempos sobre el mejor de la historia, apareció en pantalla un grupo de aficionados que portaban la típica bandera con los colores de España y un toro como escudo.

En aquel momento, a mi madre solo se le ocurrió decir lo poco que le gustaba esa bandera, y fue rápidamente secundada por mi vieja y solterona tía (a la que suele asistirle "La Razón") y por mi cuñada. Y yo, ante aquel grupo de críticas para mi gusto exageradas, no pude evitar emitir mi opinión. Y mi opinión es la siguiente: que era una crítica estúpida y que estaban sacando de quicio la banderita de marras.

No gustó mi opinión, pues para mis familiares esa bandera parecía ser una especie de ofensa hacia la de España. Una falta de respeto hacia la original. Pero no me convencieron, y yo a ellos menos. Así que, como me gustó la discusión, voy a dejar por aquí mis argumentos, para ver como respiráis.


Aquel rechazo hacia esta bandera me parecía muy exagerada básicamente porque me parece que el respeto a la bandera como símbolo no se debe llevar tan lejos. Aquellos aficionados estaban animando a un jugador que no representaba en aquel momento a ningún país, sino simplemente a si mismo, en una situación totalmente ausente de oficialidad ni protocolo. En mi humilde opinión, esa bandera pretende unir los colores de nuestra bandera oficial con un símbolo de la supuesta lucha y entrega que se les presupone a los españoles, el toro (el de Osborne, cuyas efigies carreteriles son patrimonio cultural nacional y no pueden retirarse, por cierto). Y es, por ello, un símbolo magnífico para animar a un deportista que pueda apreciar tales características (doy por hecho que a un nacionalista vasco igual no le hace tanta gracia).

Pero voy un poco más allá, y explicaré por que además me parecía una crítica estúpida: porque incluso desde un punto de vista nacionalista español, se estaba desenfocando la situación. Esos aficionados que acarreaban consigo una bandera con los colores de España y el toro lo hacían seguramente con el orgullo de sentirse españoles. En ningún caso estaban maltratando ningún símbolo tan fuerte como para sentir que esa bandera fuera un insulto. Es más, la estaban empleando con la voluntad de exaltarse como españoles. Así que criticarles por un mal uso de la bandera, desde un punto de vista nacionalista, me parecía totalmente absurdo.

De hecho, es que incluso en el caso de competiciones representando a España me parece una buena manera para intentar imbuir al deportista de la "bravura" del pobre animalico. Me podría parecer ofensivo si a alguien se le ocurriera emplearla con algún viso de oficialidad. Pero en un partido o en una competición deportiva sin mayor trascendencia, desde la grada ¿de verdad debería importarme un pepino lo que agitaban unos tipos que animaban sin ningún acto de mal gusto a quien yo mismo animaría?

Pues no, honestamente y confesando mi desapego por cualquier nacionalismo, no creo que fuese un asunto ni para discutir ni siquiera para observar mínimamente.
Deduzco que hay mucho de educación en ambas posturas, y que el que mis padres y mi tía estuviesen de acuerdo no es una casualidad (y eso que son de tendencias políticas opuestas). Pero creo que sería mucho mejor para todos que pudiésemos observar según que cosas desde mucho más lejos, y que no nos sintiésemos tan implicados con símbolos que, hoy por hoy, tienen cada vez menos sentido y menos recorrido.

Que luego, cuando se quieren racionalizar sentimientos atávicos, resulta harto complicado...

martes, 17 de junio de 2008

Luces de guía.

Como los Rolling Stones no necesitan presentación, no me voy a molestar en contar nada de ellos. Cualquier cosa que dijera sonaría a viejo, conocido e incluso, quizás, erróneo. Y seguramente solo conseguiría ofender a los que son verdaderamente fanáticos del grupo...
Bueno, yo no pertenezco al club.

A mí me gustan moderadamente. Lo suficiente como para tener un recopilatorio del que tirar cuando busco uno de sus clásicos. Y hoy me voy a centrar en uno de ellos, una de esas canciones que por encima de lo bien que suenan tienen un significado. Uno propio y otro personal.

La canción toca política, amor, vida, dicen que incluso drogas... Y siempre acaba con su pragmático mensaje, ese que nos dice que aunque uno no siempre consiga lo que desee, buscando lo suficiente acaba encontrando lo que necesita.
Pues para mí representa una canción de esperanza, una especie de idea en la que creer, algo que te pueda ayudar cuando las cosas no van bien. Sin más, me dice que siga adelante, porque si sigo adelante acabaré logrando algo bueno.

A algunos le puede parecer una idea demasiado conformista, pero me ayuda a seguir creyendo en cosas, en personas, en mí mismo a veces. Y en realidad no lo es en absoluto, pues obliga a continuar, aunque sea por otro camino.

Evidentemente, la canción es "You can't always get what you want"... but if you try sometimes, you just might find you get what you need...
(El vídeo está bien para verles de jóvenes, pero el link a la canción suena... suena como debe)



Con todos ustedes, sus satánicas majestades...

lunes, 16 de junio de 2008

San Antonio.

El viernes pasado estuve de concierto. Otro más de La Casa Azul, que ya he dejado claro que me encanta y del que no insistiré por ahora. Simplemente, tengo la suerte de que últimamente viene a Madrid cada 2 meses y nos hace saltar a todos sus fans con conciertos que son cada día mejores (pese a que el viernes a nadie con responsabilidad se le ocurriera acallar el chumba-chumba proveniente de la atracción del Pulpo). Y además, también últimamente, con eso de haber ganado cierta trascendencia por lo de Eurovisión, tengo la suerte de que le llevan a actuar a celebraciones gratuitas para el público.

Pero como digo, hoy me voy a centrar en la festividad por la que fue invitado a tocar, una de las fiestas madrileñas más típicas y con más tradición, las fiestas de "San Antonio de la Florida".

Para saber un poquito más de San Antonio, lo mejor es buscarle en la Wikipedia, por el nombre más conocido de San Antonio de Padua. Aquí uno se entera de detalles tan curiosos como que se llamaba Fernando y que es el patrón de las "aeromozas", que viene a ser como llaman en latinoamérica a nuestras azafatas de vuelo. Pero a mí me interesa más la tradición que se celebra aquí en Madrid, con su verbena, sus chulapos y chulapas y la búsqueda de la bendición del santo.

Cada 13 de Junio es típico que se formen tremendas colas en la Ermita de San Antonio de La Florida, casi en la rivera del Manzanares. Aunque en realidad las colas se forman en la copia que se construyo a su lado para preservar sus murales, pintados por Goya, y para mantenerla como panteón del artista, pues sus restos están depositados allí.
Son colas de mujeres que buscan novio, pues la tradición marca que se debe meter la mano en una pila llena de alfileres y que la moza que lo hace tendrá ese año tantos novios como alfileres se lleve clavados. Aunque sospecho que debe haber medios menos dolorosos y supersticiosos.

El caso es que uno de los amigos que me acompañó, desconocedor de que la tradición es solo para mujeres, pensó que igual era una buena forma de encontrar novia. Y se dispuso a ponerse en la cola.
Pronto otro amigo le hizo ver que quizás le sería mucho más fácil encontrar novia allí usando un cartel del tipo "No busques más" o "Me has encontrado", y en lluvia de ideas se nos ocurrieron cosas como "Soy yo", o algo más poético como "El santo te ha respondido". Aunque quizás fuera mejor algo más directo como "En tu casa o en la mía", que hoy en día no hay tiempo que perder... Y a mí, personalmente, se me ocurría algo más salvaje, del tipo "Yo te lo clavo". El alfiler, se entiende, aunque igual podría provocar confusiones...
Eso sí, en cualquier caso, el cartel debería tener un reverso con el que cubrirse las espaldas. Una solución ante mozas interesadas que no te resultaran afines y en el que se pudiera leer cosas como "Sigue buscando", "No, tú no, tu amiga" o "Sigue adelante que al fondo de la ermita aun hay sitio".

Sea como sea, ya puestos a pensar, convenimos que lo de la pila de alfileres era una guarrada, y que ,al final del día, allí más que pillar novio las chicas podrían pillar cualquier enfermedad contagiosa. Por lo que después del concierto hicimos mutis por el foro, no fuera a montarse una de esas películas de zombies infectos a las que nos hemos acostumbrado recientemente, en las que se lo van pasando unos a otros a base de mordiscos. Más vale prevenir...

Pero ahora que lo pienso bien, combinando todas estas ideas me sale una peli de serie C de lo más graciosa, e igual no debería postearlo en el blog, que nunca se sabe de donde pueden salir los imitadores. O mejor, lo dejo por aquí, abierto, a ver si algún comentario me ofrece un final y acabo forrándome vendiéndoselo a Bollywood (os imagináis una de zombies con bailes a lo hindú, la bomba, ni el Thriller de Michael Jackson).
Lo dicho, comenten, comenten...

viernes, 13 de junio de 2008

Persépolis.

Hace unos años, cuando nació mi sobrino el granadino, visité a mi hermana en su casa de la costa y pasé unos días allí con ellos.
Por aquel entonces El País estaba editando una pequeña colección recopilatoria de cómics, y mi hermana se había comprado algunos álbumes que le habían resultado interesantes. Y entre ellos estaba el primero de Persépolis, de Marjane Satrapi, un cómic cuya historia le había enamorado y que había decidido adquirir en su totalidad.

Visto su interés, una de aquellas mañanas me cogí el álbum de la librería y descubrí por mi mismo los motivos que habían impulsado a mi hermana a leerlo: una historia ajena fascinante, de la que poco podía imaginar al ver aquellos dibujos tan simplones, y un compendio de situaciones sentidas y sufridas que hacían del cómic todo un descubrimiento de expresión vital. No me compré la historia, pero me la leí de cabo a rabo.

El año pasado, la película que la autora y Vincent Paronnaud realizaron basándose en el cómic, ganó el premio del jurado en Cannes, y en octubre sacaron la película en España. Pero no me decidí a verla, y no ha sido hasta hace unos días, cuando la han editado en DVD, cuando he podido hacerlo, tras comprarme la edición especial y cumplir con el compromiso que me había impuesto con ella.

La película conserva todo el espíritu del cómic y mejora algunos aspectos de aquel, dándole una mayor calidad a los dibujos y una mayor complejidad a las escenas. Y es una maravilla que consigue que te sientas perfectamente identificado con el dolor tan lejano de la protagonista y su familia. Basada como está en la vida real de la autora, Marjane Satrapi, narra con una aparente sencillez pero una tremenda profundidad la existencia de una familia iraní de clase medio-alta, liberal y alejada de los extremismos islámicos, desde los años 70 hasta hoy. Primero en los ojos de una niña que malentiende el dolor que le rodea. Luego en los de una adolescente alejada por sus padres de lo que más quiere para evitarle sufrimientos. Y después en los de una adulta que pelea por que le dejen ser sin tener que pedir perdón por ello.
Y ataca como una carga de profundidad las injusticias sufridas, con la máxima de la integridad personal como bandera, tal y como predica el personaje de la abuela (fundamental pivote moral a lo largo de la historia).


Resulta una película de obligado visionado. Con calma y con ganas de aprender. Con respeto por los personajes y por sus vivencias. Una película que algún día merecerá la pena enseñar a los sobrinos para que aprendan que la vida puede tornarse dura en ocasiones sin haber hecho nada para buscárselo. Y que esperarás que les enseñe a ser mejores y a valorar lo que tienen. Una preciosa obra de arte.

Ahora que la tengo, me arrepiento de no haber ido a verla al cine, aunque después me la hubiese comprado igual solo por disponer del documental que cuenta como se hizo. Por eso desde aquí quiero recomendárosla a todos, que para algo tengo mi pequeño espacio de expresión.
Disfrutadla.

jueves, 12 de junio de 2008

Pura magia.

Ayer por la tarde anduve viendo a Juan Tamariz, en el Teatro Marquina, en la minitemporada que está haciendo en Madrid. Una actuación que llevaba tiempo deseando ver, aunque solo consiguiéramos entradas de anfiteatro, arriba, con menor visibilidad de la magia de éste gran genio.

La actuación fue muy divertida, tal y como me esperaba de alguien como Tamariz. Es especialmente bueno en el manejo de la distracción y el entretenimiento del público de cara a preparar sus trucos, y es algo que se agradece.
En este aspecto he de decir que, pese a que su elocuencia y trato con el público dé la sensación de que es todo muy natural y espontáneo, lo cierto es que tiene casi todo meticulosamente preparado. He podido verle hacer en televisión alguno de los números con los que nos deleito ayer, y usaba los mismos chistes y las mismas gracias, de lo que deduzco que trabaja su guión con tanto interés como trabaja sus números de magia. Pero lejos de parecer forzado y artificial, la verdad es que resulta tan efectivo y cercano como siempre me había parecido en la tele, y el saber el grado de mecanización de su espectáculo solo me produce una mayor admiración.

En cuanto a la magia, hubo un poco de todo, y los resultados fueron también dispares. Hizo un típico truco de aros metálicos que me resultó muy forzado, aparte de demasiado visto. Y otro en el que un compañero hizo "desaparecer" a su hija tras conseguir que flotara en el escenario tampoco fue de los mejores números, y se vio a la legua donde estaba la magia.
Pero me dejó boquiabierto con los de mentalismo, en los cuales logró adivinaciones más que asombrosas (genial sobre todo un número, telefónico, en el que todo era remoto), y me hizo disfrutar como un enano en los de magia de cerca, en la que es sin duda un verdadero experto. Para ésta última variante de magia, colocó un proyector que mostraba en todo momento sus manos y la baraja, y los trucos fueron excelentes (quizás no tanto por ser inconcebibles, pero sí por su habilidad).

En conclusión, una experiencia estupenda que espero repetir de nuevo alguna vez en mi vida. Especialmente recomendable, para todo tipo de público, aunque espero conseguir entradas de patio la próxima vez.
Os dejo una pequeña muestra de lo que tuve ocasión de ver, actuando recientemente en un programa de televisión que no termina de convencerme:



Magia en estado puro.

miércoles, 11 de junio de 2008

Monólogos.

Como ya he comentado por aquí alguna vez, uno de mis mejores amigos es humorista. Un humorista demasiado implicado con su concepción del arte como para tener éxito, pero un magnífico humorista. Que voy a decir yo, ¿no?, cuando llevas años desarrollando un determinado sentido del humor con los amigos y al final uno de ellos es capaz de ganarse la vida con él, te parece bueno sí o sí. Pero me fío de lo que le he oído a algún compañero suyo de profesión que llegó a ser alguien en el mundo de los guionistas de humor, y que le considera especialmente bueno. En realidad, el problema de mi amigo es que encuentra el humor alejándose de los estereotipos. Y eso no se premia...
El caso es que, a través de este amigo, de la gente que ha ido conociendo en el mundillo y que ahora son sus amigos y de tantos otros con los que ha compartido los escenarios, he acabado viendo una gran cantidad de monólogos, muchísimas actuaciones y muchas formas diferentes de afrontarlas.

Pero no fue hasta ayer que encontré un genial extracto de una conferencia de Kevin Smith, el director de películas tan divertidas como "Clerks", que me hizo reír como ningún monólogo que haya visto en vídeo (en directo las sensaciones cambian).
Kevin Smith es un tipo cuyo cine frecuentaba con disciplina hasta que hizo Dogma, y del que me quedo con "Persiguiendo a Amy" como mejor película, aunque en cualquiera de las suyas demuestra un indudable talento para los diálogos.
Era previsible que, con ese talento, tuviera también buena labia y capacidad para hacerse con el público en un escenario (Silent Bob es solo un personaje). Y en este speech que se echa, en relación a su frustrada participación como guionista en una nueva película de Supermán que la Warner estuvo preparando en 1997, y que se suponía que iba a protagonizar Nicolas Cage y a dirigir Tim Burton, demuestra unas tremendas dotes para la improvisación, el manejo de los tiempos en la narración de una historia y el control del ritmo para meter los chistes.

Dura 20 minutos, así que hay que buscar tiempo para verlo del tirón. Pero, si te gustan los cómics, el humor, el cine, Supermán y las historias de Hollywood, has de saber que sería un crimen no hacerlo:



Disfrutadlo.

martes, 10 de junio de 2008

Ella es el partido.

La película de esta semana fue, por fin, después de varios fracasos seguidos, un gran acierto.
No es que sea la mejor película del mundo, ni siquiera del año, pero es una de las más genuinamente graciosas que he visto últimamente, y de las pocas con un paquete de diálogos suficiente como para forrar una carpeta. Y eso, hoy en día, es decir muchísimo...

La primera escena de la película deja claro que se trata de una obra bastante payasa. Una vaca cuerni-bizca compartiendo el prado con unos jugadores profesionales de fútbol americano, a los que observa con interés según pasan a su lado.
Y lo cierto es que resulta bastante divertida de principio a fin, si bien peca de falta de ritmo en algunos momentos.

Pero retrocedamos para iniciar el comentario como se debe. La película en cuestión es "Ella es el partido", con George Clooney y Renée Zellweger como absolutos protagonistas y John Krasinski como accesorio necesario. La dirige, coproduce y coguioniza el propio Clooney, en una demostración de personalidad múltiple de lo más interesante. Y narra la lucha de un hombre maduro, Clooney, primero por lograr engrandecer el fútbol americano y su propia vida, su sueño, y después por conseguir el amor de una independiente reportera, Zellweger, inicialmente más interesada en la escabrosa vida de una joven promesa, Krasinski.

Entre medias de las historias que se narran en la película, ésta se convierte por momentos en una especie de divertido vodevil, en el que destacan los diálogos que se cruzan Zellweger y Clooney. Ella interpreta a una dura mujer que pelea en un mundo de hombres (años 20) por hacerse el hueco que su talento merece. Y aunque está muy rara, con demasiado botox, demuestra que es una magnifica actriz. Mientras que Clooney, por su parte, cumple aquello que este fin de semana entrescuche en un programa de radio: que es un hombre del que ellas gustan por su atractivo físico y por el que nosotros no sentimos serios prejuicios, habiendo conseguido resultar un tipo entrañable por su carácter asequible y burlón. Un poco a medias entre Cary Grant por la elegancia que tiene a veces y de Burt Lancaster por su presencia física.


Envuelta constantemente en una fotografía color sepia, que ayuda a meterse en la época que se nos narra pese a resultar finalmente algo cansina, la película no termina de centrar muy bien su argumento, pues no queda muy claro si al final lo importante es la relación entre los protagonistas o la historia de fama y desarrollo del fútbol americano.
Pero divierte y entretiene, haciendo que se salga del cine con un buen sabor de boca y la sensación de que, por una vez, no nos han dado lo mismo de siempre. Y a veces uno se pregunta porque motivo no se hacen más películas con diálogos entretenidos y mínimamente inteligentes.

Sin duda una magnífica opción para aprovechar en parte el fin de semana. Disfrutadla.

lunes, 9 de junio de 2008

Ofertas de trabajo.

El otro día uno de mis compañeros de trabajo recibió un email muy curioso que nos llamó mucho la atención.

Era uno de esos que te propone un trabajo, en este caso vendiendo relojes de lujo, para el cual debía rellenar una serie de datos y tras lo cual prometían ponerse en contacto contigo.
Y, como es habitual, ofrecían un buen sueldo por una jornada laboral tirando a corta.

Pero lo que de verdad nos llamó la atención del email fue su asunto:
"Necesitamos empleados en su provincia. Ofrecemos 4051143793611-546536576281Euros por semana."

Por si no han sido capaces de captarlo de un golpe de vista, el email viene a ofrecernos entre medio billón y cuatro billones de euros de sueldo semanal. Vamos, lo que gana cualquiera en un mal día. O, más posiblemente, todos los cualquieras del mundo juntos...

Si uno se pone a hacer cálculos, tomando que el sueldo que nos fuesen a pagar fuese la media aritmética del rango propuesto, cobraríamos 2.298.840.184.946 euros a la semana (unos dos billones y... mucho).
Lo cual, a 40 horas por semana, nos sale a 57.471.004.623,65 euros por hora (algo más de cincuenta y siete mil millones).
Por minuto, 957.850.077,06 euros (casi mil millones de euros), y por segundo, 15.964.167,95 euros (casi dieciséis millones de euros).


Cuando uno juega a los euromillones todas las semanas, se juguetea con la posibilidad de que algún día, a lo mejor, con mucha suerte, habrá un segundo en el que gane esa cantidad de dinero. Pero si llego a saber que era tan sencillo, ni me lo hubiese planteado, hubiese cogido el trabajo de comercial de relojes por internet hace mucho tiempo. Eso sí, para trabajar un par de minutos y hacer caja, que tampoco es cuestión de arruinar a tu propia empresa.

Nosotros estamos bastante bien en nuestra empresa, pero la verdad es que se trata de un sueldo muy competitivo. Y no se si se refieren a eso cuando dicen que todos tenemos un precio...
Aunque igual mi jefe lee esto, confieso que me han dado ganas de contestar a Timothy FEKYYCIBKMEJD, el gerente de recursos humanos que ofrecía el puesto, para aceptar su oferta e intentar colocar a mis hermanos y amigos. Y para plantearle la posibilidad de emplear por turnos a todos los ciudadanos del mundo, que seguro que así acabábamos con la crisis económica (a veces me da la sensación de que los políticos no tienen ninguna imaginación). Porque, los que me conocéis podréis atestiguarlo, soy un tipo muy altruista...

Pero luego me he dado cuenta de que mi plan acabaría fallando, y he desestimado la idea. Y seguiré con mi humilde sueldo. Por que si todos cobrásemos lo que oferta Timothy, la inflación iba a ser de caballo, y no me apetece ver el pan a millón como en Zimbabue, donde este año los productos ya han subido más de un 9000%. Y porque mis padres se iban a hacer un lío con las monedas y los cambios, y seguro que acababan timándoles, son ya mayores...

Además, no tengo muy claro porque, pero me da la sensación de que el anuncio igual era falso. Y sospecho que quizás, llámame loco, se trataba de SPAM...

viernes, 6 de junio de 2008

Un pajarillo enjaulado.

Debía correr alguno de los primeros años de los años 90, y yo todavía estaba forjándome mi propio gusto musical. No recuerdo exactamente el año en cuestión, pero el caso es que ese verano mis padres me enviaron a pasar el verano a los EEUU para mejorar mis conocimientos de inglés (gracias, estimados progenitores), y yo aproveché parte del dinero que me dieron para mis gastos en comprarme un par de discos.

Si no recuerdo mal, los discos en cuestión fueron el "Sunshine on leath" de The Proclaimers, en el que se encontraba la archiconocida y archiescuchada canción "I'm Gonna Be (500 Miles)", pero que debería ser conocido por el resto porque todo él es un disco magnífico, y el disco "Vanessa Paradis", de la francesa de mismo nombre, que me había robado el corazón (bueno, probablemente más bien parte de la entrepierna) con el vídeo de "Be my baby":



Yo, que renegaba de mitomanías siendo un adolescente y que presumía de llevar mis carpetas del colegio limpias de las típicas fotografías de chicas con las que muchos de mis compañeros tapizaban las carátulas de las suyas, he de reconocer que la única foto que jamás llevé en una de ellas (eso sí, bien guardada en su interior) fue una de la señorita Paradis promocionando un perfume de Chanel, vestida como un pájaro sobre la barra de su jaula... Me gustaba su aspecto a lo Brigite Bardot, e incluso ese defectillo suyo con sus paletas separadas me hacía especial gracia.

Con el paso de los años perdí interés en ella. Creo que ella perdió kilos o yo gané cabeza, no sé, pero el caso es que con el tiempo me pareció que estaba enfermizamente flaca, y dejó de gustarme. Aunque aquel disco y aquella canción aun perduran en mi memoria. Y sigo pensando que fue un dinero muy bien invertido: el mío al comprarlo y el de Lenny Kravitz al empeñarse en producírselo a la Paradis (aunque bueno, digamos que no le salió gratis y que había muchos intereses de por medio).

Hoy por hoy la Paradis lleva mucho tiempo de pareja de Johnny Depp, un tipo muy interesante del que cada vez que me acuerdo de la seriecilla en la que salió, me sorprendo de su meritoria progresión artística. Y ya no se parece en casi nada a la niña de 19 años que era en mi foto. Pero no puedo evitar seguir viéndola como un pajarillo enjaulado cada vez que aparece en la tele o en un anuncio.
Memoria selectiva, supongo, o buenos recuerdos que jamás se irán para siempre.

jueves, 5 de junio de 2008

Una placentera estancia.

En el salón, los dos sentados en sendas butacas muy anchas y mullidas, cómodas, lujosas. Dentro de una esplendida casa londinense del más puro estilo victoriano:

- Y dígame, Hans, ¿no tiene usted interés en conocer algo más de nuestro pais? Tan grande, tan hermoso...

- No Mr. Charrles - contesta Hans con su forzado acento nórdico- , en cuanto empiezan los calorres es mejorr no viajarr nada y quedarrse en el hogarr...

- Pues parece que empieza a entrar el verano, quizás sea momento de regresar entonces...

- Si, el verrano. Bonita época parra conocerr Londrres...

- Ya, ya, claro... Aunque estaba pensando retirarme a descansar unos días en mi casita de Higham, ya sabes, "la campiña inglesa" , je, je, je...

- ¡Oh! Porr supuesto... Aunque en esta ocasión no podrré acompañarrle, Mr. Charrles.

- ¡¡No me diga!! ¿Acaso nos abandona ya? Porque para mí es un honor atenderle en esta mi humilde casa...

- No, no, me quedarré aquí a esperrarr su vuelta. Tengo numerrosas conferrencias que atenderr, así como varrios espectáculos teatrrales, y algunos comprromisos... Ya sabe, aquella actrriz...

- Entiendo, entiendo... ¿Y no se va a sentir un poco solo aquí en la casa? Quiero decir, al irme yo... con mi familia... y mis criados... de mi casa... igual queda un poco triste...

- ¡Oh no, no, mi amigo! No se prreocupe porr nada... Sabrré como encontrrar compañia, ja, ja ,ja, ya me entiende... En esta ciudad es imposible estarr a solas. Aprrovecharré parra leerr un poco la magnífica colección de su biblioteca, a la luz de los candiles, con su estupendo vino de Burrdeos. Y supongo que no le molestarrá si uso su dorrmitorrio alguna noche... Ya sabe, aquella actrriz...

- ¡Eh! ¡No!... ¡No!... No... podría negarme, claro... - replica Mr. Charles, con su impoluta educación inglesa.

- Ya saía yo, amigo Charrles. ¡Ah! amistad, divino tesorro, ¿no crree?...

- Divino, si... divino...


Y así fue como Hans Christian Andersen acabó pasando cinco semanas en casa de Charles Dickens, y no dos, como en principio estaba previsto. Lo demás, periodistas sacándolo todo de quicio. Como son...

miércoles, 4 de junio de 2008

Evolución.

Para un biólogo como yo, hablar del creacionismo es algo así como hablar del mayor anatema posible (en su acepción de cosa maldita). Casi casi como comparar la ciencia con las supersticiones y la magia.
No en vano, Theodosius Dobzhansky, uno de los más importantes genetistas del siglo XX y codesarrollador de la Teoría Sintética de la Evolución, tituló uno de sus artículos más famosos de la siguiente manera: "Nada tiene sentido en biología si no es visto a través del prisma de la Evolución". Una verdad que se ha convertido en una especie de tantra para muchos evolucionistas.


El caso es que el creacionismo es, sin más, la negación de la Evolución (nótese el distinto tratamiento que le doy a cada una, el que merecen). Una idea inaceptable para cualquier cerebro mínimamente abierto a la ciencia y, mucho más, para cualquiera que tenga ciertas nociones de biología y sepa lo que es una secuencia fósil.

Eso no quiere decir, ni mucho menos, que se sepa todo en relación a la Evolución. De hecho, han ido a dar con un biólogo especialmente reacio a aceptar el Neodarwinismo (asimilable a la Teoría Sintética) como la teoría definitiva de la Evolución. Uno que cree que nos quedan muchas cosas por conocer para explicar determinados procesos de especiación masiva como la explosión cámbrica o la aparición de algunas estructuras corporales cuyo origen dudo que pueda ser interpretado como un cambio secuencial y progresivo.
Sospecho que nos quedan cosas por saber en el campo de la genética, en la expresión de los caracteres genéticos en los organismos (lo que viene a ser el fenotipo) y en el papel de otras estructuras diferentes de los genes propiamente dichos, para obtener una versión más definitiva de la Evolución. Y creo también que se encontraran mecanismos puntuales que hayan servido para la evolución de especies concretas, que supondrán excepciones a la norma absolutamente válidas.

Pero en los últimos tiempos, impulsado por erróneos preceptos religiosos, el creacionismo está misteriosamente creciendo en algunos lugares científicamente muy desarrollados, envuelto en el concepto del diseño inteligente (de nuevo, obsérvese el tratamiento dado a la teoría). Y es por ello que, sin olvidar del todo mi ateísmo, estoy dispuesto a abrazar la fe de manos de la religión del "Pastafarianismo". Y me proclamo determinado a adorar al "Flying Spaghetti Monster" (FSM) como único dios en el que poder creer (algún día os enseñaré mi Ipod).
Para quién no lo sepa, la iglesia Pastafariana fue fundada en el año 2005 por Bobby Henderson, como protesta ante la decisión de la Comisión Escolar de Kansas de impartir el diseño inteligente como teoría de la Evolución. Lo hizo a través de una estupenda carta, en la que postula las bases de su iglesia, y explica como diferentes hechos se relacionan entre si de maneras que a veces no podemos comprender, todo gracias a los designios del FSM (el poder de su "Tallarinoso Apéndice" - Noodly Appendage - es, simplemente, omnímodo) . Cosas como, por ejemplo, la relación directa entre el descenso de piratas en los océanos y el aumento de la temperatura del globo (lo cual demuestra que si hubiese más piratas resolveríamos cualquier atisbo de cambio climático), de una linearidad tal que parece mentira que no nos hubiésemos percatado antes.

En cualquier caso, sea cual sea la teoría de la Evolución escogida, el camino que llevará el hombre en su transcurso hacia la extinción parece, hoy por hoy, que vendrá determinado por sus propias obras. Hemos conseguido llegar a tal nivel de control de nuestro entorno que tenemos la capacidad de destruirlo totalmente. Y es más que posible que lo logremos.
Por eso quiero haceros la última recomendación de hoy, una suministrada por mi compañero franastor y que no sé si tomarme como invitación para desaparecer de este mundo, pero seguro que haría las delicias de Siniestro Total : el VHEMT (The Voluntary Human Extinction Movement, los vehementes), un movimiento sin líderes que propone que los humanos dejemos de procrear (que no de copular, no se preocupen) para ir extinguiéndonos poco a poco y liberar así al resto de la naturaleza del yugo que suponemos. Una idea cuanto menos interesante...

Ya saben, no dejen de evolucionar pero no se creen malas ideas...

martes, 3 de junio de 2008

Salir del armario.

Aunque mi vida no me ha llevado por esos caminos, entiendo que salir del armario debe ser algo complicado.
Pero andar entrando y saliendo, y usar uno como alojamiento no es que sea complicado... es retorcido.

Pues eso precisamente es lo que se supone que ha estado haciendo Tatsuko Horikawa, una homeless japonesa que aprovechaba las ausencias de un humilde vecino de Fukuoka para entrar y salir de uno de sus armarios, en el que tenía instalada su "vivienda habitual". Para que luego digan que las casas japonesas son pequeñas...

Leí la noticia el otro día y la verdad es que no podía creérmelo. Al parecer la mujer llevaba cerca de un año viviendo en la parte superior de uno de los armarios de la casa del pobre japonés, y salía cuando éste se iba al trabajo, para estirar las piernas y buscar algo de comer en la nevera.
Pero claro, ante la desaparición de la comida, surgieron las sospechas, y el japonés se hizo instalar una cámara de seguridad para averiguar a donde iba a parar.

Más allá de lo terrible de las circunstancias de esta mujer, lo cierto es que la situación es realmente peculiar. Por un lado, demuestra lo educados que pueden llegar a ser los japoneses, que hasta cuando okupan una casa lo hacen ordenadamente, sin llamar la atención del propietario y quedándose en un triste armario. Pero además, no dejo de ponerme en el sitio del okupado, que debía estar pensando que se estaba volviendo loco.
Me lo imagino pensando: "A ver, yo ayer cocine un 'oden' del que iba a comer toda la semana. Y no estoy engordando... Algo falla, o Glutamato Yeye eran profetas, o tengo fantasmas". De hecho, después de haber visto varias películas japonesas de fantasmas, me planteo la idea de que un día le saliera la mujer del armario, en camisón, con la cara pálida, los ojos pintados en negro y el pelo lacio cayéndole sobre los hombros. Seguro que al pobre hombre le daba un infarto, porque, lo que es a mí, esa imagen típica del fantasma japonés (yureis) me aterra...

Por lo que investiga la policía, es posible que la mujer tuviera varios escondrijos más en otros armarios del vecindario. Lo cual concuerda con la supuesta promiscuidad de los que salen del armario, claro (vale, el chiste no vale mucho, lo sé).
Pero en nuestro caso creo que la mujer midió mal sus paseos por la cocina. A fin de cuentas, en una casa con varios habitantes, si algo falta en la nevera no te planteas si se lo ha comido tu esposa, tu hijo o el perro. Pero cuando vives solo, es fácil llevar la cuenta de los alimentos almacenados. Está claro que a la pobre Tatsuko le venció el hambre.

Sea como sea, el caso es que no dejo de maravillarme por la capacidad para sorprenderme de los humanos del mundo. Algún día descubriré que soy un extraterrestre, porque cuando doy con historias como estas siempre dudo en incluirme en la misma especie que los protagonistas. Aunque, pensándolo bien, igual una situación así es de un ingenio tal que, más que asombro, debería producirme admiración y orgullo de pertenencia...

lunes, 2 de junio de 2008

Largo fin de semana...

Este fin de semana ha estado bastante ocupado, como el resto de la semana. Semana larga, bastante agotadora, no tanto por cuestiones laborales como por las que me dio por hacer después del curro y me dejaban tocado de un día para otro...

Comencé el fin de semana el jueves, como cuando estudiaba biología y casi nunca tenía clase en esos días, que al final siempre acababa saliendo. Por entonces, eran salidas diferentes, a un par de locales que nos gustaban bastante a mis amigos y a mí ("Wild Thing", sobre todo) pero que apenas frecuentábamos el resto del fin de semana. Aprovechábamos sus ofertas de jueves noche, y abaratábamos la semana.
El caso es que el jueves, tras salir del trabajo y realizar una visita muy esperada, me fui de concierto. Un concierto que llevaba algún tiempo esperando, el de la presentación del tercer disco de Ellos. Como es habitual en este tipo de conciertos, siempre compro más de una entrada y al final acabo invitando a alguien (en este caso a una buena amiga que cumplió años justo el miércoles). Cosas de que mis amigos no suelan ser del todo afines a mis gustos, que a veces hay que obligarles.
Os dejó su canción más famosa:



El concierto, en "El Sol", no estuvo mal, aunque no me gustó demasiado la actitud del cantante, Guille Mostaza. Sobre el escenario muy bien, dando espectáculo, que es lo que se le pide, gesticulando en su peculiar amaneramiento, divertido, sobrado. Lo que pasa es que, con el disco recién sacado, pretendía que todos los fans se supieran las canciones, y eso puede resultar excesivo. Y sus peticiones para que la gente estuviese más animada fueron, para mi gusto, un pelín desafortunadas.
Al final acabaron cambiando el orden de las canciones, para darle más presencia a las de sus discos anteriores, que fueron profusamente coreadas, pero eso provocó algo de desconcierto con los bises. Por lo demás, sonaron bien (excepto algún chasquido no achacable al grupo) y respondieron a lo que se esperaba.

El viernes, tras conseguir terminar la jornada laboral (el concierto de Ellos empezó a eso de las 23:45) acabé por ahí, danzando por el "Costello", hasta no demasiado tarde, aunque terminé agotado por el cansancio acumulado. Nada reseñable.

Y el sábado acompañe a un amigo a un concierto que daban otros amigos suyos, un grupo muy novel y todavía desconocido llamado "Doctor Murciélago". Sonaron bien, especialmente por las guitarras y la voz del cantante, más que decente. Un tipo de pop bastante ligero, estilo "Danza Invisible", para hacerse una idea, con muchas versiones para animar a un público que no conoce todavía sus propias canciones. Les falta tablas, manejar el ritmo de un concierto y saber conjuntar una actuación más allá de cantar canciones una detrás de otra, pero tampoco se le puede pedir más a un grupo que acaba de empezar. Prometen, aunque no sea mi estilo predilecto.

Y para terminar la noche, fui al cine a continuar mi máster en películas tontas y comedias románticas. Me tiré a ver "La boda de mi novia", la superpromocionada película de Patrick Dempsey y Michelle Monaghan.
Alguien me había dicho que, por lo que había leído, era como "La boda de mi mejor amigo", pero cambiando los sexos. Algo de eso hay, y también mucho juego de contraste de culturas, algo de "El equipo G" (ya que los amigos de él son algo así, solo que sin ser gays) y, sobre todo, de verdades enquistadas. Porque el hace de una especie de rico vividor, un crápula, que lleva muy a gala decir la verdad, pero que vive ocultándose su dependencia de su amiga. Y la descubre tarde.
La verdad, nada que no se haya visto antes y nada especialmente gracioso (si hubiese tenido algo, hubiese hecho una referencia completa para la película).

Y creo que con eso completo el relato. Porque el domingo lo estoy dejando para el descanso, que mañana vuelve a empezar la semana y todavía queda tiempo para tomarme vacaciones. Toca cama, sofá y poco más, que hay que cargar pilas...