miércoles, 30 de abril de 2008

José Alfredo.

A José Alfredo Jiménez le conocía desde hace tiempo porque es un compositor de rancheras (el más grande para algunos) que le gustaba especialmente a Enrique Urquijo. Y alguien que ha crecido escuchando a Los Secretos y a Los Problemas, necesariamente ha oído alguna versión de sus canciones.

Pero este no es un post sobre música, sino sobre un bar. Un bar muy especial que lleva su nombre y que descubrí gracias a mi amigo Luca, que me llevó hace no mucho mientras esperábamos mesa para cenar en un restaurante cercano y que me pareció una joya especialmente comentable.

El José Alfredo es un bar muy agradable que homenajea al señor Jiménez como el rey de la parranda que fue. Evidentemente, quiere recordar su vena fiestera y divertida, aunque olvida que murió de cirrosis hepática y que quizás ese no sea el mejor nombre para un local que ofrece cócteles alcohólicos como la mayor de sus atracciones. Pero se le perdona la frivolidad porque seguramente se le ha puesto el nombre más con cariño y desconocimiento que con ánimo de recordar su alcoholismo.

Decorado con una estética muy setentera, con cómodos asientos y mesas bajas al fondo y espejos y terciopelo de cardenal en las paredes, es un lugar estupendo para tomarse un buen combinado (San Francisco en mi caso, porque no me ofrecían ningún otro sin alcohol) mientras se conversa ligeramente con los amigos. No es especialmente barato, porque los cócteles nunca lo son, pero resulta un lugar muy confortable, con su buena música a volúmenes de charla, sus asientos acolchados y su luz tenue.
Imagino que se va volviendo incómodo al profundizar en la noche, pues supongo que se llena irremisiblemente según muere el día, pero como sitio para empezar pronto la salida con los amigos resulta perfecto.

Es ante todo acogedor, así que no esperes un local donde emborracharte al ritmo de cualquier música repetitiva. Se encuentra en la calle Silva 22, casi enfrente de la mítica tienda Madrid Comics, y os lo recomiendo a todos seáis o no bebedores, para disfrutar una buena charla alrededor de sus mesas mientras se buscan miradas en sus juegos de espejos.
Un lugar de lo más placentero.

1 comentario:

Anónimo dijo...

doy fe, el mojito puede ser un buen aperitivo antes de la cena! recoméndandolo a compañeros de trabajo me enteré de que el propietario es uno de los miembros (en todos los sentidos) de marlango, y también de que la camarera tiene fama,... y no niegues que esto se comentó in situ! un abrazo!