miércoles, 31 de diciembre de 2008

Fin de año.

Hoy termina el año.
Dicho así, parece un poco tonto, como si fuese el dictamen de un loco que pensara que sin él no podríamos pasar al 2009. Pero prefiero pensar que me tomaréis por cuerdo y que recogeréis la frase como lo que es, simplemente la constatación de que el tiempo pasa.


No sé a vosotros, pero a mí este año se me ha pasado muy rápido, sobre todo este último trimestre. Y es extraño comprobar como las cosas que me han sucedido desde octubre se agolpan en mi memoria como si apenas hubiesen ocurrido ayer. Viajes, conciertos, salidas, cines... una extraña sensación de velocidad.
Quizás me hago viejo y me parece que se me escapan los días, aunque sospecho que tiene más que ver con que ha sido un buen final de año, pese a que haya habido mucho trabajo y el próximo venga tan incierto. Y aunque esté viviendo un ritmo algo superior a lo que habitualmente prefiero, sobre todo entre semana, espero que el 2009 continúe por el mismo camino. Igual demasiada tranquilidad tampoco está bien.

El próximo año pinta feo para todo lo que queda en el mundo real, ese dominado por las cosas y el dinero. Seguramente sea más sensato esperar quedarse tal cual estamos, no retroceder, pero no puedo evitar sentir que es el mejor momento para soñar y desear cosas nuevas, cosas mejores. Al fin y al cabo, los periodos de crisis son periodos de oportunidades.
Así que haré mi lista (secreta) de deseos y propósitos y ya veremos como me ayuda el 2009 a llevarlos a efecto.

Pero para no ir muy deprisa, que demasiada velocidad tampoco es buena, mi primer deseo os lo voy a poner aquí:

Ojalá seamos todos mucho más felices cuando se acerque el 2010 y hagamos un recuento de lo vivido.

Sería más que suficiente, ¿no?

Y ya solo me queda meditar profundamente que hacer con ese segundo extra que nos regala el Observatorio Naval de los Estados Unidos, que aun no sé si destinaré a pedirle a la buena suerte alguno de mis sueños incumplidos o simplemente a masticar bien las uvas para no atragantarme. Pero del que sea como fuere daré buena cuenta, razonablemente contento, como espero que hagáis todos vosotros.

Un fuerte abrazo.

lunes, 29 de diciembre de 2008

El Intercambio

Son pocos los directores con suficiente nombre como para que vaya a ver sus películas a ciegas. Woody Allen, los hermanos Coen, Almodóvar y poco más. Y entre ese poco más, Clint Eastwood, que lleva ya unos años haciendo películas de mucha calidad, y que este año nos ha presentado "El Intercambio", una terrible historia de desapariciones infantiles centrada en el personaje de Christine Collins, la madre de uno de los niños.


(Como en otras ocasiones, a partir de aquí el post cuenta más de la cuenta sobre la película. No lo leas si quieres ir a verla.)

"El Intercambio" está basado en una historia real sucedida en Wineville, California. En un rancho de la localidad, un desequilibrado secuestró, maltrató y asesinó a varios niños, con la colaboración coaccionada de su pobre sobrino y la de su supuesta madre, en un caso que acabó haciéndose famoso en todo el país y que obligó al cambio de nombre del lugar por el actual de Mira Loma.

Aunque evidentemente el tema es tan feo que da para una novela, la historia en la que se centra la película es otra, es la de la lucha de Christine Collins por encontrar a su hijo Walter, uno de los niños que fallecieron en el rancho de Wineville. Ésta mujer vio como la policía de Los Ángeles, envuelta en serios asuntos de corrupción por aquellos días, le "vendía" a otro niño como su desaparecido hijo. Y como era internada en un psiquiátrico para evitar que se hiciera pública la verdad...

El amigo Clint Eastwood decide centrar la historia en el personaje de Christine, pero en realidad el trasfondo de lo que quiere contarnos no es la perdida de su hijo ni su lucha por demostrar que el pequeño que habían puesto a su cargo no era quién decía ser. No, lo que nos quiere contar es una lucha contra la corrupción policial y como sirve este caso como ejemplo y excusa para limpiar el departamento. Y ese es el motivo de ese final tan azucarado en el que una sonriente Angelina Jolie le confiesa al buen policía que aun le queda la esperanza, dejando al espectador la idea de que, después de todo, su perdida consiguió que se pudiera confiar en la policía.
Pero quizás el hecho de contar una historia envuelta en otra y dentro de otra acaba haciendo que la película pierda un poco en estructura, y que se embarulle más de lo deseable.


En cuanto a detalles técnicos, la película tiene las mejores características del cine de Clint Eastwood. Su forma de tratar las historias y a los personajes, y el tono que suele ofrecer a las películas son aspectos bastante definitorios de su cine. Así que en ese aspecto no hay nada criticable, si acaso solo la falta de profundidad de los personajes, a los que posiblemente se podría haber sacado mas jugo, pero que se explica en la forma de concentrar el protagonismo sobre Angelina Jolie.
Y eso explica también que haya poco destacable en la actuación del elenco protagonista, pues casi cualquier actor pasa desapercibido y ni siquiera John Malkovich hace nada del otro mundo.
La Jolie no está mal, aunque me cuesta creérmela en el papel. No es que no haga un muy apreciable trabajo de interpretación, es simplemente que no me da el tipo para el personaje que interpreta. No me creo una madre soltera como ella viviendo una vida dedicada en exclusiva a su hijo.
La ambientación de la película es buena, con una fotografía pálida que ayuda a contar la historia, la música no llama la atención y el guión está simplemente bien, aunque por momentos me resulta deslabazado y parece indeciso en cuanto a cuando finalizar.

Muy interesante aunque bastante triste. Tiene momentos en los que te patea el estomago, y que pueden dejar mal sabor de boca a algunas sensibilidades. Pero todo sin entrar en ninguna escena de mal gusto, simplemente por la crudeza de la realidad. Recomendable, no es lo mejor de Eastwood en sus últimos tiempos, pero es razonablemente buena...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Un gran día de cine.

Hay películas que llegan a la cartelera sin mucho ruido y que son verdaderas joyas. Luego están la mayoría, que llegan a la cartelera con un estruendo ensordecedor y son tan malas que después de verla preferirías estar ciego. "Outlander", por ejemplo (aunque es cierto que tampoco tuvo un tremendo impulso mediático, si soy sincero).

Pero no nos desviemos del tema, que últimamente me disperso demasiado. El caso es que este fin de semana volví a aprovechar para ir al cine, y la película que vi fue un verdadero descubrimiento: "Un gran día para ellas" (sí, otra de esos títulos tan magníficamente traducidos).

La película está protagonizada por una espectacular Frances McDormand, que se come la cinta con su capacidad de expresar tanto con tan pocos gestos. Es un papel difícil, pues su personaje es casi el único de toda la película que no tiene rasgos extremos. Pero está además muy bien acompañada por otros actores de cierto nombre que lo hacen muy bien, como pueden ser la joven Amy Adams, el imponente Ciaran Hinds o Mark Strong (del que ya hablé bien en "Red de mentiras"). Y también de alguna buena actriz poco conocida como Shirley Henderson (capaz de llorar exactamente lo justo y necesario en una difícil escena, lo cual me llamó mucho la atención) o de un muy correcto Lee Pace.

La estructura de la película es claramente teatral, hasta el punto de que, sin conocer la novela de la que procede, pensaba que era una adaptación al cine de una obra teatral (internet me ha sacado de dudas). Y en esa estructura, los personajes circundantes adoptan unos roles muy al límite que le sacan el jugo a la película en su exageración. Se convierte en una trama especialmente simpática, muy coral, en la que los cruces de caminos de unos y otros rebotan de aquí para allá hasta llegar a una escena final en la que se resuelven todos los cabos sueltos y desemboca en un epílogo feliz.


Por sacarle algún defecto, habría que admitir que la película esta demasiado azucarada y el final de la misma juega a resolver bondadosamente todas las miserias de los protagonistas. Es una de las características que me hacía pensar en un posible origen teatral, pues el tipo de trama y la forma de resolverse me recordó a algunas obras de Shakespeare. Pero es un defecto de ida y vuelta que, en mi caso, me gustó y acabó convertido en virtud. Esa exageración y afectación me resultan de lo más atractivo de la película, y ese final feliz es un cierre perfecto para redondearla.

Muy recomendable para pasar un buen rato sin buscar nada pretencioso. Y un entretenimiento gozoso si eres capaz de apreciar sus cualidades.
A verla todos...

domingo, 21 de diciembre de 2008

Por si las moscas...

Esta semana que entra me tocan de nuevo vacaciones, por lo que no sé con que ánimo publicaré, ni siquiera sé si pondré algo.
Así que, por si acaso, quiero desearos a todos una muy feliz Navidad.
Seguro que al final cuelgo algo, pero nunca se sabe...
Nos vemos...

viernes, 19 de diciembre de 2008

Motown.

Este año que entra, el 12 de enero, se cumple el 50 aniversario del nacimiento del sello Motown, originalmente Tamla, el sello de la ciudad del motor, de Detroit. El sello del soul, del blues, del rythm & blues pero también del rock y del pop. De los grupos de chicas como "The Supremes" o "Martha Reeves & The Vandellas", de los grupos de chicos como los "The Temptations" o "The Four Tops"... El sello de la música negra que ha cambiado el mundo...

Berry Gordy tuvo una visión y fue tras ella, persiguiéndola con la fuerza de un genio y la mano de un pequeño tirano. En un país todavía marcadamente segregado, consiguió que toda la juventud, la negra y la blanca, bailara al ritmo de la música que él producía. El decidía que se grababa, y que se dejaba atrás, fichaba a las estrellas, dirigía las carreras de los artistas...
Actuando con dureza, siniestro en muchas ocasiones, consiguió que su discográfica se convirtiera en una marca que define todo un estilo, y que promete calidad cuando su sello está en un disco.

Como digo, Berry Gordy era un tirano, y su forma de actuar no es como para ser imitada. Pero tanto la misma Motown como los artistas que pasaron por sus filas consiguieron escapar de su dominio de la mejor manera posible: siendo más conocidos que él. Y son tan grandes que es inevitable recordarles.

Hoy voy a poneros aquí una canción sacada del YouTube y que fue grabada por la Motown. Se trata de "Ain't No Mountain High Enough", en esta versión cantada por Diana Ross, y que ha sido seleccionada como la mejor canción del universo Motown en una encuesta abierta a los aficionados para escoger las mejores canciones de la discográfica. No sé si es la mejor, pero Diana Ross pesa mucho en muchos fanáticos, y es la ganadora:



Seguro que más adelante caerán más canciones de la Motown, quizás con enfoques más personales, centrándome en artistas concretos.
Pero hoy me ha parecido un buen día para dedicárselo al sello, sin más.
Disfrutadlo.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Sigamos tocando.

Hay una historia por ahí, no sé si será cierta o no, que dice que la orquesta que amenizaba las veladas en el Titanic, la "Wallace Hartley Band", una vez iniciados los acontecimientos que acabaron con el hundimiento del barco, siguieron tocando para intentar evitar que la gente cayera en el pánico. Y que después, comprendiendo que su muerte era segura, continuaron su recital en la cubierta del barco, despidiéndose de la vida con la canción "Nearer, my God, toThee" (Mas Cerca, Oh Dios, de ti).

Por ese comportamiento, se dice de personas o entidades que encaran una situación muy grave, decidiendo continuar con su rutina como si nada pasara, que actúan como la Orquesta del Titanic, esperando que ese dejar hacer dé una solución o desemboque en un final. Y se ha convertido en una expresión muy dura para atacar la supuesta indolencia de la gente que, cuando vienen mal dadas, confía en una solución positiva porque creer es lo único que pueden hacer, pero no hacen nada activo para afrontarla.

Pues bien, yo hoy quiero oponerme frontalmente a esa idea, que hace que el recuerdo de aquella orquesta sea tan negativo. Porque se usa mucho contra la inacción de los gobiernos y la de todos aquellos que no hacemos lo suficiente porque el mundo vaya mejor. Pero se olvida de aquellos ocho hombres que dieron su vida intentando hacer felices a los que les rodeaban, infundiendo de un mínimo de esperanza a los que aun quedaban en el barco.
Que al fin y al cabo los pobres músicos simplemente afrontaron la realidad que estaban viviendo con la certeza de una muerte segura, y se dedicaron a convertir aquellos minutos de calvario en un momento más agradable para todos. Si hubiese habido algún tipo de solución, todavía, pero en su situación ¿que se les podía pedir?

Así pues, me da mucha pena que la gente use esa expresión como reflejo de la indolencia. Si acaso debería emplearse como una frase que expresara grandeza, honor, en situaciones en las que, aun con todo perdido, la gente sigue haciendo su deber, peleando. Por ejemplo: "Los jugadores del Madrid actuaron el sábado como la Orquesta del Titanic". ¿No queda así claro el mensaje?

Dicho todo esto, si alguien se ha pensado que este post era solo para meter esa última frase... nada más lejos de la falsedad.

Sean felices y hagan como la Orquesta del Titanic. Toquen, toquen, toquen... como los jugadores del Madrid. ¿O son los del Barça?...

lunes, 15 de diciembre de 2008

Ultimatum al hombre.

He de confesar que no conozco la película original más que por el artículo de la Wikipedia, y que fui a ver la nueva película de "Ultimátum a la Tierra" sin muchas esperanzas de ver nada bueno más allá de Jennifer Connelly. Me imaginaba algo sobre extraterrestres, con muchos efectos especiales y demasiada velocidad como para ser interesante, pero lo cierto es que salí del cine gratamente sorprendido por lo visto. Y que aunque no me parece ningún peliculón, es una obra más que interesante que ofrece mucha materia para pensar.

Por lo que he visto en la Wikipedia, la original surgió en un clima político marcado por la guerra fría y el miedo al "otro", al rival.
Ésta en cambio nace ante el miedo al hombre como especie, por la capacidad de destrucción que hemos alcanzado y cómo empleamos los recursos naturales de una forma que nos puede llevar a la destrucción. Y en ese planteamiento aparecen dudas interesantes, que se centran en ámbitos como la ecología, la psicología humana y la metafísica.

(A partir de éste momento, haré una crítica con mucha mención al contenido de la película, así que si pretendes ir a verla, deja la lectura del post para después)

Desgranándola un poco, lo más obvio son los planteamientos ecologistas. Se nos ofrece la idea de que La Tierra no es nuestra y que no podemos usarla como tal cosa. Que la compartimos con el resto de especies de seres vivos que la habitan, y que, como algo que nos es ajeno, debemos respetarla y cuidarla para facilitar la convivencia de todas ellas.
Es una idea habitual que está muy en la base del pensamiento ecologista y que nosotros, en nuestro antropocentrismo, no asimilamos del todo bien. Porque somos seres humanos (quizás simplemente porque somos seres vivos), somos egoístas, y queremos lo mejor para nosotros mismos.
Y porque, aunque hemos desarrollado sistemas morales para definir lo bueno y lo malo y respetarnos los unos a los otros, la comodidad, la satisfacción de los gustos y el alcance del placer también se han convertido en metas personales. Y esos son conceptos que acaban chocando en un plano material, al confrontar lo bueno (para la mayoría, para La Tierra también) con lo bueno para uno mismo.

Por eso la idea ecologista entronca muy bien con la de la psicología humana, que en la película acaba convirtiéndose en la clave para nuestra salvación, aunque para mi gusto es lo que queda peor cerrado de toda ella.
A lo largo de la película, Klaatu, el extraterrestre enviado para dictaminar nuestro futuro, comienza siendo muy duro y crítico con los seres humanos, y concluyendo que La Tierra precisa de nuestra destrucción para salvaguardar sus características. Y es poco a poco, descubriendo que el amor es el motor de nuestras vidas, y asimilando lo positivo de nuestra emotividad, cuando decide darnos una segunda oportunidad.
En concreto hay un momento en que, analizando la historia de su propia especie, y ayudado por un inteligente humano, observa que los cambios drásticos solo se dan ante situaciones límite, y decide interrumpir nuestro fin en espera de nuestra reacción.
Si digo que es lo peor resuelto de la película es porque, pese a ser capaz de observar capacidad de cambio y buena disposición en los humanos que trata de cerca, es atacado hasta el último momento por el ejercito de EEUU, que en ningún momento considera la posibilidad de tratarle como un interlocutor válido con otras civilizaciones.
Y no es por nada, si yo fuera Klaatu (y no estoy muy lejos ;-P), consideraría que no somos una especie de confianza.

Por último, retorciendo lo anterior para llevarlo a los límites, y aunque no se incida demasiado en la película, aparece la metafísica de qué es el hombre, de donde viene y a donde va.
Es un planteamiento común dentro del mundo de la ufología, si estaríamos preparados para asimilar la llegada de extraterrestres, asumir que no somos los "únicos" y, sobre todo, el impacto que eso tendría sobre toda la cuestión religiosa.
No se trata más que de refilón, no tiene un sitio central en la historia como puede tenerlo en "Contact" (posiblemente más en la novela que en la película), pero se deja caer.
Y a mí personalmente, el hecho de que el extraterrestre tenga tanta compatibilidad biológica con los humanos y que exponga que La Tierra es uno de los pocos planetas capaces de contener vida y que su deber es protegerlo de nosotros, me hizo pensar que estaba intentando introducir la idea de la panspermia, como si nuestros verdaderos creadores fueran ellos, desde el exterior, y se sintieran responsables de nuestra evolución posterior.
Una idea que, en el fondo, choca con las religiones más seguidas del planeta.

En cuanto a aspectos más cinematográficos, la película no pasa de la normalidad en la mayoría de sus facetas.
Del reparto diré que Keanu Reeves nunca ha sabido usar demasiado bien su cara, así que un extraterrestre inexpresivo e indolente no le viene mal. Y Jennifer Connelly siempre lo hace bien, incluso cuando no tiene mucho de donde sacar. John Cleese está muy poco aprovechado, y solo me chirría el hijo de Will Smith, que no es que haga nada especialmente malo (ni bueno), pero del que no puedo dejar de pensar que está ahí solo por papá y mamá, y me distrae de la historia.
El guión parece seguir con bastante fidelidad la estructura y la base de la película original, y eso hace que gane y transmita bien las ideas antes comentadas.
Y el director no estropea nada intentando meter mucha acción o imágenes de videoclip que afecten al ritmo de la película, lo cual se agradece. Pero tampoco hace nada muy destacable...

Como os daréis cuenta, creo que la película ofrece chicha suficiente como para merecer mi recomendación. Quizás más por las ideas que me sugirió que por su propia factura.
Posiblemente muchos saldrán defraudados de la sala, esperando algo con más acción. Pero creo que ganamos todos cuando se hacen planteamientos más inteligentes.
Y que, ofreciendo las ideas bastante a las claras, como hace esta película, es fácil incitar a la reflexión; una reflexión sana que nunca viene mal.
Muy interesante...

viernes, 12 de diciembre de 2008

Alaska es más que un estado...

Como bloguero vuestro que soy, os debo un post. Y ese post que os debo, os lo voy a dar...

El otro día comentaba que tenía por ahí algunos músicos que se merecían estar en mi blog y de los que aun no había dicho nada. Y que una de esas primeras menciones tenía que ser para Alaska, la gran Olvido Gara, que se lo merece por su excepcional tamaño como artista. Así que aquí estamos...

Olvido Gara era una niña de 13 años cuando empezó su carrera musical en el Madrid post-franquista que comenzaba a poner los cimientos de la Movida Madrileña. Por aquel entonces ya llamaba la atención por su estética de inspiración glam, y muy pronto se convirtió en una de las caras más reconocibles de todo el movimiento cultural en que se transformó aquel conjunto de fiesteros con ganas de romper cosas.

Con un gran carisma personal y mucho espíritu rebelde, Alaska formó inicialmente "Kaka de Luxe", de clara inspiración punk, y del que se recuerda sobre todo la canción "Pero que público más tonto tengo" (más que nada porque es la que habitualmente se ha escogido de ellos para los recopilatorios). Pero el grupo contenía vocaciones estilísticas muy divergentes, y divergió hasta separarse al poco tiempo.
De sus cenizas surgió la primera banda grande de Alsaka, la primera en la que su papel fue determinante: "Alaska y Los Pegamoides". En ella, tras varios cambios rocambolescos, compartía los escenarios con Nacho Canut y Carlos Berlanga, compañeros suyos en "Kaka de Luxe", pero también con Ana Curra y Eduardo Benavente, de tono más oscuro.
Con "Los Pegamoides" Alaska dio el gran salto, sobre todo gracias a la canción "Bailando", el gran éxito de ventas de su carrera. Y con ellos Carlos Berlanga se demostró como un compositor excepcional, un gran contador de historias.

Pero era una época de cambios en la que las diferencias de opiniones sobre hacia donde dirigir su música estaban a la orden del día. Y "Los Pegamoides" sucumbieron a las rencillas internas dando lugar por un lado a "Parálisis Permanente", con Ana Curra y Eduardo Benavente, y por otro a "Alaska y Dinarama", ya con Carlos Berlanga, Alaska y Nacho Canut como grandes exponentes.

"Alaska y Dinarama" supone mi capítulo favorito dentro del universo Alaska. No fue el más productivo, visto en términos económicos, pues el éxito de "Bailando" fue demasiado grande como para poder igualarlo, pero para mi gusto las mejores canciones cantadas por Alaska son de esta fructífera etapa. Grandes hits como "Como pudiste hacerme esto a mí", cantada a medias con Carlos Berlanga, "El rey del glam", "Ni tu ni nadie" o el himno gay "A quién le importa", se han convertido por derecho propio en algunas de las más conocidas canciones del pop español de todos los tiempos. Y solapadas con ellas están también las composiciones dedicadas al programa "La Bola de Cristal", con "Abracadabra", compuesta por José María Cano, por encima de todas.

Llegando casi a la década de los 90, Alaska y Nacho Canut se separan de Carlos Berlanga, con ciertas diferencias entre ellos, y forman Fangoria. Comienzan muy influenciados por la música acid y disco, y he de confesar que no es mi época favorita de su carrera. De hecho, desde este momento hasta finales de la década, Alaska no volvió a producir ningún producto que me resultara interesante. Pero cambian de rumbo con el disco "Una temporada en el infierno", y enfilan la época de más éxito del grupo, que llega hasta nuestros días.
Destacan de sus últimos discos canciones como "No sé que me das", de bases inspiradas en el drum and bass de tanto éxito aquel momento, "Retorciendo palabras", más dance, o ya más reciente, "Criticar por criticar".

Compaginando su carrera musical, Alaska también ha trabajado de actriz en alguna película o alguna serie de televisión, y no ha dejado de participar en diferentes medios de comunicación como comentarista y emitiendo su opinión.
En todos estos años, no ha dejado de ganarse respetos y enemigos, actuando siempre tal cual le parecía. Y si esta claro que no ha dejado de evolucionar, también lo está que lo ha hecho de una forma honesta, dirigiéndose siempre hacia donde le llevaba su espíritu artístico.
En su arte, no es que sea un referente para mí, y me permito discutirle el gusto en muchas de sus elecciones estilísticas. Pero está claro que es una personalidad que va mucho más allá del personaje que forjó en los años 80. Y que tiene una cabeza de lo más interesante, empezando por el naranja.

Ojalá Fangoria continúe por la senda de estos últimos años, y podamos seguir disfrutando de su música con cierta frecuencia. Y ojalá Alaska siga siendo siempre el tipo de persona que es. Aunque sea participando de comentarista en según que programas de radio (sic), algo que no deja de hablar bien de su personalísima forma de entender el mundo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Dinero fácil.

Como ya os habréis dado cuenta si me leéis con frecuencia, no suelo comentar noticias sino es para reírme un poco de ellas. Y, claro está, esta ocasión no iba a ser menos. Pues convendréis conmigo en que un titular como "Juzgada por simular el secuestro de sus dos hijos hasta en siete ocasiones" solo puede tomarse con humor.

La noticia es tal cual se nos presenta: absurda. Para no haceros leerla, viene a contar como una mujer se dedica a timar a su esposo haciéndole creer que han secuestrado a sus hijos para sacarle los cuartos. Repitió el truco hasta seis veces, consiguiendo un total de más de 600.000 euros, momento en que su marido debió sospechar algo ("quizás seis secuestros sean demasiados para unos mismos chicos", imagino que pensó) y la denunció a la policía.

Al profundizar en el tema, se pueden adivinar cosas muy escabrosas que pueden hacer del titular algo mucho más comprensible. Temas de drogas interpuestos, curiosos secuestros por robos de virginidades, o sucios tratos con mayoristas de ¿ropa?... El caso es que la mujer y el pobre timado, pese a estar casados, nunca habían convivido, y ella mantenía relaciones con otro hombre. Pero por muy feo que sea todo ¿que hizo que el buen señor respondiera al timo?
Es decir, hay que ser muy inocente para caer tanto en la misma trampa. Me imagino a su mujer, acercándose la sexta vez y diciéndole:

"- Pedro, no te vas a creer lo que me ha pasado esta mañana. Esta mañana tu hijo Emilito ha salido de casa y se lo han llevado unos señores muy malos que me piden 250.000 euros para liberarle."
"- Pero mujer, ¿otra vez? ¿No podéis quedaros plácidamente en casa?"
"- ¿Otra vez?... No sé de que me estás hablando..."


Como ya digo, el asunto apesta, aunque el titular sea glorioso. Para pasar por el aro tantas veces sin llamar a la policía y por importes tan altos, el amigo Pedro tiene que tener mucho miedo de las consecuencias. Y para tratarse de según que temas, su mujer tiene que ser una pieza de cuidado. Pero prefiero asumir el asombro que el titular pretende, y quedarme con que ella es una golfa apandadora, y el un inocentón de cuidado. Vamos, pura historia de picaresca española...

martes, 9 de diciembre de 2008

Bolt.

Es curioso como hay cosas que se conjuntan perfectamente en el tiempo, como si un demiurgo nos controlara y provocara coincidencias tan idílicas. Porque para mí es una coincidencia que el más rápido corredor de todos los tiempos se llame Usain Bolt (una de las acepciones de bolt es rayo), y que precisamente el año en que se hace archiconocido la película animada escogida por Disney para sus navidades sea también "Bolt".

Claro que la película no tiene nada que ver con el velocista, y que comparar a este con el perro protagonista del film puede ser incluso ofensivo. Así que me voy a centrar en la crítica, que es a lo que había venido...

Bolt es una nueva obra de arte del cine animado. No tanto porque lo que cuente sea muy especial como porque, año a año, los prodigios técnicos que alcanzan estas películas van en aumento, y llega a un punto en el que uno se plantea hasta donde llegará la calidad de las animaciones. Aquellos detalles como las rebabas de plástico de los juguetes de "Toy Story", que observaba admirado de la credibilidad que otorgaban a los propios dibujos, son hoy una constante que hace que se puedan ver este tipo de películas en repetidas ocasiones encontrando nuevas sorpresas en cada visionado. Y la perfección de los movimientos, la física de todos los objetos y la textura de las superficies es tan buena que uno se pregunta como es posible que luego otros hagan bazofias como "Beowulf".

En cuanto a su guión, lo habitual en las películas Disney que esperan encontrar también acomodo entre los adultos. Algo ñoña en algunos aspectos, pero más que correcta en general, distribuyendo muy bien las risas, y dejando que la historia transcurra por cauces lo suficientemente livianos como para que los niños mantengan el interés.
Los dramas no son tales, no hay traumas al descubrirse las debilidades, pero tampoco chirría nada llamativamente, pues en todo momento se sabe que se está ante una película para niños. Hay personajes destinados a hacer reir como el hamster Rhino y otros a hacer llorar, como la desesperada Mittens. Y Bolt es un héroe muy clásico, obligado a enfrentarse a sus propias debilidades para alcanzar su objetivo.

Así que, en resumen, la película es lo suficientemente agradable como para ir a verla, y es de esas que dejarán contentos a pedres e hijos. No es ni mucho menos una seria candidata a destronar a "WALL-E" como mejor película de animación del año, porque a "WALL-E" hay pocas películas que puedan discutirle el premio a la mejor sin más. Pero es más que satisfactoria, y seguramente sería la ganadora del oscar en cualquier año normal (pendiente de ver la última de Miyazaki, eso sí).
Recomendable para gastarse el dinero.

Que la disfruteis.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Músicas elegantes.

Hace unas semanas, escribiendo sobre Family, me di cuenta de que cuando escojo los grupos y canciones de los que voy a hablar muchas veces me convierto en un snob y me olvido de cosas muy grandes que no solo me han gustado y me siguen gustando, sino que además han sido banda sonora de mi vida en momentos que recuerdo especialmente.

Y sí, muchas veces busco un grupo que dé una vuelta de tuerca, que no tenga mucho éxito o que esté formado por artistas fatales que no conoce nadie. Y muchas otras me olvido de gente que conocen casi todos por el simple hecho de que me resultan demasiado vulgares.
No es que no hable de grupos conocidos, por ahí quedan entradas de gente como los "Rolling Stones", pero hay otros cercanos a los que me dejo y de los que hoy me he dado cuenta que debería hablar, porque han sonado en mi radiocasette más que muchos otros de los que escribo con pasión. Así que me he decidido a remediarlo.

Pero no voy a empezar hoy, no. Iba a hacerlo, de verdad, estaba decidido a hablar de Alaska y sus diferentes formaciones, recordando como me impactó "Como pudiste hacerme esto a mí", siendo un niño. Pero ha sido empezar a escuchar la canción y acordarme de Carlos Berlanga. Y no he podido evitar preferirle a él por el momento.
Alaska caerá, pronto, por su propio peso me atrevería a decir con cierta sorna, pero hoy toca Carlos, y ser un poco snob.

Carlos García Berlanga era el hijo menor del cineasta Luís García Berlanga, y siempre fue un tipo raro. Con vocación artística innegable y talento musical para encontrar verdaderos hits pop en casi todo lo que tocaba, se juntó con Nacho Canut siendo niño, y sus vidas quedaron unidas en unas carreras musicales que, si bien tuvieron sus roces, fueron juntas durante muchos años. Juntos compusieron los mejores temas de "Alaska y Los Pegamoides" y de "Alaska y Dinarama", siempre ligados a ella como personalísima vocalista.
Pero a partir de 1990, y algo harto del camino que llevaba "Alaska y Dinarama", Carlos comienza su carrera en solitario, que abarcó un puñado de canciones reunidas en 4 discos.

Lo cierto es que su carrera en solitario resultó no solo poco prolífica, sino que además no tuvo mucho éxito mediático. Pero eso da igual, y canciones tan estupendas como "Vacaciones", "Indicios de arrepentimiento", "Si no es por ti" o "¿Que sería de mí sin ti?", o una que ahora suena mucho en televisión por ser la sintonía de la oferta de Letras del Tesoro, "Lady Dilema", no merecen ser olvidadas jamás.


Mirando hoy las carátulas de sus discos (bueno, sólo de "El Ángel Exterminador" y de "Indicios", los otros dos no tienen una foto ni en los libretos) me he acordado de algo que leí sobre él allá cuando murió: que era un tío muy elegante, que nunca se disfrazó como hicieron sus compañeros de grupo, que era un dandy. Y lo cierto es que esa elegancia peculiar suya la transmitió a su música hasta el día de su muerte, que le llegó demasiado joven, a sus escasos 42 años.
No dejéis de escuchar los links, merecen la pena.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La protegida.

Sí, ya sé, no resulto muy original. De hecho, el día de los atentados de Bombay el mismo diario El Mundo ya salió con el titular para hablar de doña Esperanza. Pero no puedo evitar el plagio; me pareció un titular perfecto y además hacía mención a mi película favorita de Shyamalan.

El caso es que una vez más doña Esperanza ha vuelto a dar muestras de una capacidad de supervivencia admirable al salir ilesa, arrastrándose, de los atentados del miércoles 26 de Noviembre (¿les llamarán el 26 N a partir de ahora?). Unos atentados terribles y muy violentos, empleando tácticas de guerrilla para sembrar el caos y el miedo, y que seguramente perseguían sobre todo a occidentales rubios como ella. Pero unos atentados insuficientes para superar las resistencias de la presidenta de Madrid.


He de confesar que no me gusta nada, pero estas demostraciones de... ¿fortaleza? ¿suerte?... lo que sea, da igual, el caso es que estas demostraciones son impresionantes. Y el caso es que no es la primera vez que las lleva a cabo.
Recuerdo cuando, como Ministra de Cultura, metía la pata en las entrevistas del "Caiga Quien Caiga". Parecía que estuviese allí menos por sus capacidades que para dar una imagen bucólica del gobierno Aznar. Un poco como las ovejas que se ponen en el Belén, solo para decorar. Por aquel entonces podría haber sido despedazada por sus errores al comentar el cine español, pero sobrevivió y, poco a poco, ha ido demostrando que es un verdadero lobo. De hecho, por Madrid se cuentan numerosos compañeros y enemigos con las cicatrices de sus dentelladas.

Después, al sustituir a Gallardón como candidato del PP, pareció por unas semanas que perdería la mayoría ganada en años por el carisma sosegado de aquel. Pero supo reponerse rápidamente aprovechando los desmanes de unos tránsfugas que pasaban por allí. Bueno pasaban, o fueron pasados, no se puede afirmar nada; alguien que buscó puntos débiles y encontró a otro dispuesto a todo y a otra que no sabía a que indisponerse. El caso es que transformó una derrota en victoria y desde entonces no ha habido quién la mueva un centímetro de su silla (aunque quizás a ella le encantaría levantarse para ocupar otra, como en el juego de las sillas, tu te levantas, yo me siento, y alguien pierde el sitio).

Pero lo que vino después fue superior, por lo físico del asunto. Un helicóptero demasiado lleno que no consigue suficiente sustentación cae al suelo desde 20 metros y todos sus pasajeros excepto doña Esperanza se ven obligados a pasar por el hospital. Rajoy, el eterno candidato, viajaba con ella en su caída (lo cual, bien visto, puede ser una metáfora de toda la pasada legislatura en la oposición), pero ella quedó como la auténtica protagonista, con cierto aire de indestructibilidad.

Y ya solo quedaba ser capaz de salir ilesa de un atentado en el que fallecen al menos 172 personas para que su aura de superviviente se alargue lánguida como una sombra al atardecer. Y para reforzar esa figura, sus amigos diciendo que su entereza en la situación no tuvo comparación con ningún otro de la expedición, y algún rival político de lo más cretino le critica salir escopetada de una ciudad en la que, como poco, simplemente estar era un riesgo para ella y sus subalternos.

La Supervivencia es una palabra de orden mayor en biología. Desde que Darwin expuso su teoría de la evolución, es algo así como una piedra angular en el sistema. Pues si yo fuese productor de televisión estaría desde ya proponiéndole burradas de dinero para hacerla participar en el próximo concurso de "Supervivientes", y preparando pruebas de alto riesgo para la presidenta de los madrileños. Porque no cabe duda de que tiene madera de ganadora. Y ya se sabe lo que dicen, que la "esperanza es lo último que se pierde".
Aunque por ahora prefiero quedarme con otra dosis del refranero, que tiene leña para todos y de todos los colores, y decir que "mala hierba nunca muere". Que leído en un sentido biológico podría llevarnos a la conclusión inevitable de que los seres vivos son cada vez más malos. Y que estudiado en este caso concreto no se aleja demasiado de mi propia opinión.

Larga vida a todos...

martes, 2 de diciembre de 2008

La venganza continúa...

Hace ya casi un año escribí un post de protesta (de obligada lectura, añado) en el que reclamaba mi justa venganza contra unos cines madrileños donde me habían impedido entrar en las salas con alimentos comprados en el mismo recinto (es un complejo de ocio explotado, hasta donde yo sé y según la información que suministra la propia web de la marca, por la misma empresa de los cines).

El caso es que, después de este tiempo, los cines en cuestión aun no han quebrado y me siento muy desilusionado por ello (sic).
Pero he recibido informaciones de que la semana pasada ha salido en televisión una noticia de unos cines de Valladolid que han sido obligados a dejar pasar a los espectadores con productos comprados en el exterior del cine. E, investigando sobre el asunto, he encontrado un par de artículos sobre como algunas Comunidades Autónomas especifican la cuestión en sus normativas de consumo, por lo que estoy recuperando la confianza.

En concreto, he encontrado este artículo hablando del tema sobre la Junta de Andalucía y la ciudad de Granada, y otro más genérico publicado en la Cadena SER.
Ambos son bastante claros, y ambos son muy recientes, por lo que creo evidente que estoy consiguiendo crear una ola de opinión a favor de mi causa. Ola que estimo lenta pero imparable y de la que confío que sea capaz de arrastrar y limpiar, con la fuerza de su embestida, toda la mezquindad de las empresas que aun incomodan y se aprovechan de los cinéfilos como yo.

Continuaré mi campaña, que próximamente seguro que vemos en la televisión, en esos estupendos anuncios de Telecinco llamados "12 meses, 12 causas", hasta lograr mi objetivo.
Y, continuando la tradición abierta por aquel post titulado Venganza, la impulsaré con otra frase famosa: "No pares, sigue, sigue..."
Os mantendré informados.

lunes, 1 de diciembre de 2008

De tierras lejanas...

Creo que a todo el mundo le pasa que a veces necesita delegar responsabilidades y liberarse de algunas cargas. Es tanto más liberador cuanto mayor es la responsabilidad, claro, pero hay ocasiones en las que no sentirse en absoluto responsable de un error muy acentuado, por intrascendente que sea ese error, te deja de lo más tranquilo.

Eso fue lo que me paso el viernes por la noche, que tuvimos que decidir entre ver una película u otra, dejamos la responsabilidad a un amigo y nos llevó a ver una soberana mierda, de la que os comentaré algo en esta pequeña crónica. Y ahora lo puedo contar sin el peso, que él siempre tendrá sobre sus hombros, de haberla propuesto y habernos convencido para verla, con la tranquilidad de que me iré a la cama sabiéndome inocente...

Lo cierto es que no hay mucho que contar. Por lo menos casi nada bueno. Se trata de una película que mezcla ciencia ficción con vikingos y dragones de palo, protagonizada por el hierático Jim Caviezel y con John Hurt como actor más destacado (¿quién le mandará meterse a hacer determinadas películas? Seguro que él también se lo pregunta...).
Una basura de la que sospecho que quiere mandar un encomiable mensaje ecologista al mundo, haciendo una sutil metáfora sobre como el hombre destruye la naturaleza y como la naturaleza se puede vengar de él (muy merecidamente). Pero una película cuyas ideas quedan totalmente ocultas tras el fracaso de una historia que aburre y cansa, embarullado todo en un conjunto de refriegas infumables contra unos pobres animalitos que parecen los hijos comunes de Alien y Predator.


Ni siquiera los efectos especiales son llamativos, y, no sé si por defecto de la película o de la sala de proyección (más probablemente), el sonido tiene unos molestos agudos cuando aparecen los monstruos que bien podrían ser eliminados para tranquilidad del espectador.

A favor de la película queda que hay muchas escenas oscuras en las que no se ve nada, así que no pueden ser criticadas en exceso, y que la protagonista femenina le han puesto los ojos muy azules, y han sido explotados hábilmente por el director. ¡Ah!, y los escudos, que son muy graciosos (no pretendáis entender esto último, tendríais que ver la película y creo que está desaconsejado por las autoridades sanitarias).

Vamos, que es prescindible totalmente, ni siquiera para descargarla y molestar a la SGAE. No digamos ya alquilarla o pagar por verla...
¿Que se me olvida decir el título?, posiblemente sea una defensa de mi subconsciente, pero por si acaso, para evitarle a alguien caer en un fatal error... "Outlander"...

jueves, 27 de noviembre de 2008

¿No me quieres, nena?

Me gustan muchas canciones, muchas. Casi todas por su melodía, muchas por su letra y bastantes por la combinación de las dos cosas.
Una de esas canciones que combina ambos aspectos es "Dont you want me?", de The Human League, el típico hitazo ochentero que te cagas, que hoy en día, con el revival que vivimos, podría volver a estar en lo más alto y que, por su historia, nunca llegó a pasar de moda.
Como encontrar su letra original es relativamente sencillo, os voy a poner aquí mi propia traducción, para que juzguéis hasta que punto es o no una canción eterna:

(En algo que creo que es azul marino, lo que canta él, en lo que me parece rojo, lo que canta ella)

"Trabajabas como camarera en un bar de copas
Cuando te encontré.

Te recogí, te hice reaccionar y cambié por completo,

te convertí en alguien absolutamente nuevo.

Ahora después de cinco años tienes el mundo a tus pies,

el éxito ha sido fácil para ti.

Pero no olvides que fui yo quien te puso donde estás.

Y que también puedo puedo devolverte al suelo.


¿No... no me quieres?

Sabes que no te creo cuando oigo que no volverás a verme.

¿No... no me quieres?

Sabes que no te creo cuando dices que no me necesitas.
Es demasiado tarde para descubrir
que crees que has cambiado de idea.
Más vale que vuelvas a cambiarla o ambos lo lamentaremos.

¿No me quieres, nena?

¡¡¡No me quieres... ooohhhh!!!

¿No me quieres, nena?

¡¡¡No me quieres... ooohhhh!!!


Trabajaba como camarera en un bar de copas,

hasta ahí es cierto.

Pero incluso entonces sabía que encontraría un sitio mucho mejor,

tanto contigo como sin ti.

Los cinco años que hemos pasado han sido muy buenos tiempos,

aun te quiero...

Pero ahora creo que es el momento de de vivir mi propia vida.
Creo que es lo que debo hacer.

¿No... no me quieres?

Sabes que no te creo cuando oigo que no volverás a verme.

¿No... no me quieres?

Sabes que no te creo cuando dices que no me necesitas.

Es demasiado tarde para descubrir

que crees que has cambiado de idea.

Más vale que vuelvas a cambiarla o ambos lo lamentaremos.


¿No me quieres, nena?

¡¡¡No me quieres... ooohhhh!!!

¿No me quieres, nena?

¡¡¡No me quieres... ooohhhh!!!
"



Yo no puedo evitar imaginarme al típico productor musical, que encuentra a una chica en cualquier sitio y la convierte en su novia y en un bombazo. Y a ella unos años después, dejándole atrás al dejar atrás su vida. O a un actor de esos que encumbran a alguna actriz novel al liarse con ella y luego reciben una sonora calabaza cuando ella llega a cierto status.
Y sí, confieso que también me evoca a Camilo José Cela y Marina Castaño, en una discusión conyugal, y ella muy digna creyéndose algo. Una evocación que más me vale hacérme mirar, pues no sé porque me viene esa imagen al escuchar esta canción, seis años después de la muerte del premio Nobel, y sin que hoy por hoy se sepa nada de ella.

En cualquier caso, esta canción es perfecta para el grupo que la cantaba. Porque por encima de cualquier cosa, es una canción humana: contiene amor y odio, pasión y despecho, inteligencia, estupidez, frustración...
Es una historia tan posible y tan real que llega fácil. Y se acompaña de tan buena música que es especialmente pegadiza.
Os dejo el vídeo, para románticos melancólicos amantes e los ochenta (sic):



Disfrutadlo.

martes, 25 de noviembre de 2008

El nuevo James...

Estaba seguro de que este fin de semana pasado mis amigos iban a querer ver la nueva película del señor Bond. Así que, sabiendo como sabía que habría muchas referencias al episodio anterior de la saga, decidí verla antes, y me hice con una copia de la película que vi el jueves.

El nuevo James Bond ha experimentado unos cambios enormes desde las versiones anteriores, y no se asemeja en nada al interpretado por Timothy Dalton o Pierce Brosnan. Este último de Daniel Craig es mucho más pétreo que encantador, pese a no dejar de ser un tremendo conquistador, y tiene una forma de actuar muchísimo más salvaje, hormonal. Participa mucho más en escenas de acción, dominando la lucha cuerpo a cuerpo y sintiendo aparentemente cierta atracción por la pelea como forma realización personal.
Aparte de los cambios en su actuación física, también se observan en él muchos nuevos matices psicológicos. Se le descubren debilidades que antes pasaban desapercibidas y ahora son el centro de las tramas: se nos enfoca en su miedo al dolor emocional y su negación del mismo para evitar mostrar debilidades, y se nos enseñan facetas personales humanas que en otros momentos eran meros accesorios. Y probablemente el personaje gana con todo ello una profundidad y un atractivo personal del que, a primera vista al menos, el actor carece, y que el personaje había perdido en sus diferentes reinterpretaciones a lo largo del tiempo.

"Casino Royale" es una buena película, muy interesante en muchos aspectos, en la que comienza la profundización en el personaje de Bond que mencionaba antes. Resulta fundamental verla para entender completamente "Quantum of Solace", título, por cierto, cuya traducción textual alejaría tanto del significado de la frase que ni siquiera se han molestado en intentarlo (bien por la productora).
La historia que se nos cuenta resulta bastante lineal, sin sorpresas ni estruendos, sin ningún giro digno de mención. Pero da igual, porque de lo que se trata es de conocer bien a Bond, entender sus motivaciones, lo cual se consigue sin problemas. Y ese propósito nos lo dejan muy claro cuando, una vez finalizada la trama principal de la película, aun se nos reservan unos 20 o 30 minutos de película en la que vemos el lado más humano del personaje.

Y en "Quantum of Solace" la historia continua en el punto en que nos dejaron al terminar "Casino Royale", casi como continúan las diferentes películas de la saga de "El Señor de los Anillos", como si hubiese sido concebido todo como un uno. Simplemente comienza un nuevo capitulo de algo que promete durar todavía alguna película más; la lucha de Bond contra una superorganización secreta extremadamente infiltrada en el sistema y muy poderosa, al estilo de la antigua Spectra, pero con los medios y capacidades del globo en el que vivimos.
Aunque la película tiene una trama más definida que la anterior, lo cierto es que deambula entre las maquinaciones de unos y otros al mismo ritmo al que Bond y los malos (encabezados por Matheiu Amalric, un doble de Thom Yorke, el cantante de Radiohead) viajan de país a país, como si Bolivia y Austria estuviesen a un par de minutos en metro. Contiene unos niveles muy altos de acción, quizás demasiado altos, de una acción que sigue los cánones de videoclip de hoy en día, ninguna definición, pura velocidad. Y eso hace que en algunos momentos confunda y pueda llegar a cansar.
Pero constantemente volvemos a centrarnos al encontrarnos con el Bond más humano en sus minutos de tranquilidad, la línea que nos hace seguir la historia y la que le da su mayor interés. Y aunque sigue habiendo despampanantes chicas Bond (Olga Kurylenko está muy bien, pero me quedo con Gemma Arterton, la verdad, incluso cubierta de oro negro), él es lo más interesante de toda la película, y solo cuando resuelve sus traumas y encuentra su consuelo (solace) llegamos a la resolución de la cinta, que nos deja bastante claro que tendrá su continuación en la lucha de Bond contra la mencionada organización secreta (prefiero no decir el nombre).

El resultado de ambas cintas es, a mi juicio, bastante bueno.
Daniel Craig no es el James Bond que hubiese escogido en principio sin conocer el giro que se le ha dado a la saga, pero la verdad es que resulta una magnífica elección visto por donde se encamina. Y el propio personaje de Bond, habiendo perdido el encanto que tenía en otras películas, ha ganado muchísimos enteros con la nueva perspectiva.
No dejan de ser producciones orientadas al puro entretenimiento, pero han sabido darle a la saga un interés que había perdido casi totalmente con Pierce Brosnan (actor que, curiosamente, si tiene el encanto al que me refería antes, pero que demuestra con ello que el cambio en el personaje era necesario). Y la verdad es que han conseguido recuperar mi atracción hacia un personaje que tenía bastante perdido...

Volveremos a vernos en el cine señor Bond, James Bond...

lunes, 24 de noviembre de 2008

Yes we can...

Ayer la selección española de tenis ganó la Copa Davis. Algo así como un mundial por selecciones que se juega anualmente, y que representa lo más grande que se puede ganar en tenis a nivel de equipo nacional.
Una ensaladera de un valor incalculable que ganamos por tercera vez.
Y que cierra con ello el mejor año que ha tenido jamás España en el deporte rey dentro de los de raqueta, posiblemente uno de los tres deportes de mayor seguimiento en el país, junto con el fútbol y el baloncesto.

Ya he hecho ver en alguna ocasión que este tipo de cosas me producen bastante satisfacción, pese a que no me hagan ninguna gracia los nacionalismos y mi sentimiento patrio sea reducido. Simplemente no puedo evitar ir con España y alegrarme por las victorias de nuestras selecciones y de cualquier competidor que lo haga por ella. Es un sentimiento profundo del que normalmente me gustaría prescindir, pero que sale a relucir con orgullo en este tipo de ocasiones.

Posiblemente este año puede ser considerado el mejor de la historia del deporte español: victoria en la Eurocopa de fútbol, deporte de masas y emperador de entre los deportes en España (y encima con un dominio abrumador del juego), plata que sabe a oro en baloncesto, en los Juegos Olímpicos de Beijing, Tour de Francia, Giro de Italia y otros triunfos importantes en ciclismo, Rafa Nadal dominando el tenis mundial... Éxitos por doquier en los deportes más masivos que nos sitúan en un lugar en el que jamás hubiésemos soñado estar...

No sé si tendremos la suerte de volver a vivir este tipo de situaciones en el futuro. Así que por ahora lo mejor será disfrutar del presente y confiar en que la suerte vuelva a estar de cara.
Pero creo que hay algo que deberíamos aprender de este año para intentar que se repita en el futuro. Me refiero a una observación importante que surge sola al analizar esos éxitos:
En todos los casos surgen de la lucha y la fe ante las adversidades, y del esfuerzo y la humildad como los valores más destacables.


Solo asumiendo esa realidad seguiremos en la senda abierta del triunfo. Y considero además que son premisas que siempre dejan satisfecho al aficionado, que acepta mejor las derrotas cuando observa el sacrificio del deportista.

Para mí la selección de fútbol es un verdadero ejemplo de fusión de aptitudes en un conjunto muy superior a sus partes. Es lo que debe ser un equipo.
Y la de baloncesto lleva años demostrando ese concepto, permitiendo luchar de tú a tú con un equipo muy superior individualmente como es la selección estadounidense.
Incluso los equipos nacionales de ciclismo suelen mantener férreas disciplinas de equipo para lograr la victoria individual de uno de sus componentes (en un deporte que, más allá del tema doping, es posiblemente el más duro que existe).

Pero ayer la selección de tenis demostró como un equipo de "segundones" bien avenidos y dispuestos a sacrificarlo todo por el equipo eran capaces de ganar una eliminatoria que, a priori, casi nadie pensaba que se pudiera ganar (yo el primero). Una ética del trabajo encomiable de la que todos deberíamos aprender.


Ojalá vivamos muchos años tan curiosos como éste, ¿verdad? Podemos...
Enhorabuena a todos.

viernes, 21 de noviembre de 2008

El muro.

Como ya comenté por aquí, el año pasado estuve unos días en Berlín, disfrutando de una ciudad que me parece maravillosa y llenándome de conocimientos maravillosos sobre la ciudad, sus museos, su historia. Fue un viaje increíble que prometo repetir.

Una de las cosas más visitadas y recordadas de Berlín es, incuestionablemente, el muro, esa franja de pared que separó el Berlín liberado de la Alemania Oriental que lo rodeaba. Y ese muro cayó en 1989, historia que podéis leer con mayor interés en la Wikipedia.

Pero hay otros muros que van cayendo día a día. Muros de los que solo aquellos que hayan corrido algún maratón saben de verdad, y que están tanto en nuestra cabeza como en nuestras piernas. Muros como el que derribó el pasado 28 de septiembre Haile Gebrselassie, al batir el récord del mundo de la distancia (42.195 metros), dejándolo en 2:03:58; también en Berlín, como si fuera una señal. Un tiempo que es algo así como una salvajada...


Hace unos años decidí, junto con un compañero de un equipo de fútbol sala en el que jugaba, hacer un maratón. Nos preparamos durante unos meses, y ambos conseguimos completarlo, si bien en tiempos muchísimo más discretos. Y aunque por aquel entonces yo ya conocía el concepto de "el muro" relacionado con el maratón, la verdad es que pude descubrir por mi mismo exactamente a que se refería.

Se conoce como el muro al punto kilométrico 30 del maratón. Bueno, más que al punto físico, a todo lo que se siente en él, lo que implica.
Es un momento crítico, porque es un punto en el que la distancia que resta es todavía muy larga, pero el cansancio acumulado hace una mella muy importante. Y es el muro porque, si estás sufriendo mucho y no estás bien preparado mentalmente, se transforma en un obstáculo insuperable. La retirada es casi segura.
Si alguno de vosotros ha participado en maratones o ha hecho carrera de larga distancia, sabrá a que me refiero. Hay momentos cuando uno sale a correr en que, si te puede el cansancio, hechas espuma por la boca y sientes que te vas a morir en el esfuerzo. Bueno, pues cuando uno es un corredor aficionado sin mucha preparación, esos momentos llegan seguro a lo largo de un maratón, es una distancia muy larga. Y solo si estás muy convencido de terminar la carrera consigues atravesar el muro.

En mi caso, mi complexión física no es muy propicia para el maratón. No soy muy alto, y no estoy gordo, pero tengo piernas muy fuertes, bastante recias después de muchos años de deporte y con una genética que ha hecho que mis gemelos sean especialmente rotundos. Para que os hagáis una idea, ahora que me acerco poco a poco a los 80 kilos, y midiendo algo más de 1,70, mantengo una apariencia bastante delgada.
Pero, para correr larga distancia, mucha musculatura es sinónimo de gasto de energía, y gasto de energía es agotamiento. Cuanto más ligero seas, mejor. Y si encima eres espigado, más mejor aun.


Aquel maratón yo cumplí la media maratón marcando casi como un reloj el ritmo al que nos habíamos entrenado. Lento, pausado, destinado a terminar la carrera más que a terminar con nosotros. Pero a medida que me aproximaba al kilómetro 30 mis piernas iban agotándose, y mi cuerpo me decía que algo iba mal. Y nada más cruzarlo tuve que pararme y decir adiós a mi compañero, porque estaban empezando a subírseme los músculos de las piernas.
Como cada 5 km había un puesto de atención y masaje, entré para que me relajaran las piernas e intentar así acabar la carrera, pero fue un error. Me enfrié, y para cuando salí, donde antes solo se me estaban montando algunas zonas del cuádriceps, ahora toda la pierna me decía que parara. Y tras un par de kilómetros más corriendo, tuve que empezar a andar, renqueante.

He de agradecer que había llevado una preparación psicológica bastante buena junto con mi amigo, y estábamos muy convencidos y decididos a completar el maratón, porque sino llega a ser por eso, me hubiese retirado. Los meses juntos imponiéndonos la disciplina del entrenamiento y conjurándonos para acabar nos habían forjado a fuego en la cabeza la vista de la meta .
Y por eso no me rendí. Y derribé el muro combinando pequeñas carreras en las que cada vez se me montaba un músculo diferente, y largos paseos en los que la musculatura se me relajaba lo suficiente como para seguir corriendo.
Al final terminé la carrera media hora después que mi amigo, pero con la satisfacción de haber hecho el último kilómetro a tope, olvidándome de mis dolores, para poder decir que había llegado a Neptuno corriendo.


Cuando hace dos meses Gebrselassie batió su récord, no pude evitar maravillarme, pues ese récord implica hacer cada kilómetro a un ritmo de 2:56 minutos, lo cual es tremendo (probad a correr a toda velocidad un solo kilómetro, a ver cuantos sois capaces de hacer esa marca. Y luego imaginaos haciéndolo 42,195 veces seguidas...).

Y tampoco pude evitar recordarlo todo de nuevo. Viviéndola, fue una experiencia terrible. Pero hoy lo recuerdo como algo muy positivo, de lo que aprendí mucho: cosas que te cuenta el sudor y el esfuerzo y en las que no siempre caes.
Así que después de ese récord, y aunque llegue con retraso, este post era casi casi obligatorio.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Red de mentiras.

Este fin de semana fui a ver la última película de Ridley Scott, "Red de mentiras", que trata sobre un espía de la CIA que desarrolla su trabajo en Oriente Medio, trabajando para desarticular una organización terrorista entre las luchas de poder de unos estados y otros.

Lo cierto es que, aunque sea un tema apasionante este de Oriente Medio, la película no me sugirió demasiado. No es que me resultara aburrida, ni mucho menos (pese a que era el comentario de muchos grupos de jóvenes que salían de la sala a la vez que yo), pues tiene suficiente acción para mantenerme despierto un viernes de madrugada en el que ya se me caían las pestañas, pero la verdad es que me pareció bastante difícil de creer.
Y tampoco voy a decir que los actores estuviesen mal, porque en realidad hacen bastante bien sus respectivos papeles. Pero es que por mucho que aporten, sus personajes son un pelín flojetes para tomárselos en serio.

Por lo pronto, el protagonista es un Leonardo Di Caprio que, facciones anglosajonas y aniñadas incluidas, hace del principal agente de la CIA en la zona. Y no es solo que no dé el papel por cualidades físicas, sino que interpreta un personaje con serios compromisos morales que no se ajusta a lo que la situación le exige. Eso, que de por sí no está mal y daría juego en otra situación, lo descalifica totalmente como el espía con el status que se le presupone, y no se comprende bien que su jefe, un tipo cuya integridad moral está bajo mínimos, le dé la responsabilidad que le da en el tipo de operaciones en las que participa.
Este jefe, interpretado por Russell Crowe, es un cabrón de mucho cuidado que busca alcanzar su éxito particular a través de la desarticulación de esa banda terrorista. Su papel resulta más creíble por la bajeza de sus decisiones, pero es demasiado informal como para ostentar el poder que la película le supone. Y no es que crea que todos los jefes del mundo deben ir de chaqueta y corbata y ser fríos y calculadores, no, pero tampoco me creo que el responsable de operaciones en Oriente Medio de la CIA sea así y se maneje en Langley de la forma que lo hace este personaje. Parecía más un director de videoclips que otra cosa, y le sobraban actos tanto como le faltaban medios.
Y por último, los personaje accesorios que más gracia tienen, los interpretados por Mark Strong y Golshifteh Farahani. El primero, pese a tener un personaje enormemente atractivo y ser el mejor interpretado, no me cuadra como jefe del espionaje jordano. Del MI5 tal vez, por su aspecto de dandy, pero en Jordania, y siendo árabe, como que no. Y la segunda, una guapa árabe de la que se enamora Di Caprio, tiene el problema de que su relación con el espía es demasiado corta e irreal como para ser tomada en serio, y debilita buena parte del argumento final de la película.

Como punto bueno de la película está la idea de que la guerra es algo muy sucio que manejan unos tipos muy malos desde sus casas, en países en paz. No es una idea muy original, pero aun es interesante. Lo malo es que confronte con la de que los que participan de ella, de cerca, mojándose, son tipos con muchos más principios, que a veces actúan engañados en busca de un mundo mejor. Y es malo porque es una idea romántica muy engañosa que, visto lo visto, repugna bastante.

Si pretendía hacer reflexionar sobre el mundo, el terrorismo, la incomprensión entre culturas ajenas en las que hay personas capaces de entenderse, lo terrible de las guerras o algo mínimamente profundo, la verdad es que es un gran fracaso.
Pero bueno, entretiene y, si no se toma muy en serio, se deja ver sin molestias y se deja seguir con gusto.
Lo demás son comeduras de coco de Ridley Scott, que intenta soltar de vez en cuando para darle a su obra un tufillo de integridad que se queda en eso, simple mal olor. Así
que ve a verla dependiendo de lo que busques y lo que le pidas a una película. Pero no esperes nada cercano a la realidad ni vayas en la esperanza de algo mejor que pura acción medianamente bien entrelazada.
Yo la dejaría para el vídeo.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Keane.

El martes pasado tuve la suerte de poder asistir con unos amigos al concierto que el grupo Keane dio en Madrid, en La Riviera. Y digo suerte porque lo cierto es que aun no había tenido oportunidad de verles actuar y me sorprendió mucho la calidad de su directo, el chorro de voz de Tom Chaplin y lo parecido que sonaban al disco. Escucho ahora alguno de los múltiples fragmentos del concierto que se pueden encontrar en YouTube y puedo asegurar que se me eriza el vello...

Recuerdo que conocí a Keane a través de una radio fórmula, M80, cuando aun no habían sacado a la venta su primer disco. Alguien comentó algo sobre ellos en el programa "La Gramola", diciendo que serían el próximo gran éxito ("the next big thing"), y no sé si es que pusieron una canción de algún single previo o que me dio por buscarles y acabé encontrando el disco en una de esas primicias que ofrecen en internet, pero el caso es que lo que descubrí fue un grupo que me fascinó desde el primer momento. Sobre todo por esa ausencia de guitarras carraspeantes y por el uso del piano como base de todas las canciones. Una especie de reclamo que suele funcionar muy bien conmigo.

Después, cuando sacaron el primer disco ("Hopes and Fears"), me lo compré e intenté hacer algo de proselitismo sobre ellos entre mis amigos. Me perdí un primer concierto suyo en Madrid mientras se hacían más y más grandes, a medida que las canciones del disco se desgranaban como sencillos de éxito, y con el aumento de su popularidad y a base de escucharlos a todas horas fui perdiéndoles el gusto, a la espera de algo nuevo. Pero es de los discos que nunca he borrado de mi lector de mp3.

Con su segundo disco ("Under the Iron Sea") llegó la decepción. Fueron número 1 en ventas, aunque el disco no merecía tanto. Simplemente, recogieron lo sembrado con el disco anterior, y aportaron dos o tres canciones buenas. Pero el conjunto era demasiado "más de lo mismo", y encima coincidió con los problemas de Tom Chaplin con las drogas, por lo que tampoco fue bien acompañado. Digamos que pasó sin pena ni gloria por mi estantería.

Pero este octubre pasado Keane ha presentado su tercer disco, "Perfect Simmetry", y constituye una magnífica reinterpretación de la banda, que ha ganado fuerza y energías, y se ha pasado al lado oscuro del ochenterismo. Me encantan sus sintetizadores (el comienzo del tercer track es puro "Ashes to Ashes", del mismísimo Bowie) y han recuperado parte de la frescura del aun inmejorado "Hopes and Fears".

No quiero aburriros más, así que os dejo con este link a un vídeo sacado del concierto, con bastante calidad, y el vídeo de la que es, para mi gusto, su mejor canción, "Somewhere only we know":



Si os interesa, aquí tenéis la versión original del vídeo, con subtítulos en español, para poder entender bien la letra.
Espero que os gusten.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Family.

Allá por comienzos de los 90', cuando empecé a desarrollar mi propio criterio musical, me dio por decantarme por la música indie, sobre todo la de origen inglés. Y poco a poco, tras escuchar a esos grupos que les imitaban desde España, como "Australian Blonde" o "Dover", me introduje en el mundo indie nacional, que al final acabó convirtiéndose en una de mis tendencias principales.

De mediados de aquella década (exactamente del 95) es un disco que salió acompañando a la revista EGM, "Planeta Indie", en el que se hacía un pequeño repaso de la música indie en España, y que mirado hoy en día tiene más honrosos cadáveres que grupos de éxito. Destacan los ya mencionados "Australian Blonde" y otros como "La Buena Vida", "Sex Museum" y "Los Flechazos", pero hoy quiero centrarme en otro de aquellos grupos: "Family".

"Family" fue una formación muy poco prolífica, creada entre el diseñador Javier Aramburu e Iñaki Gametxogoikoetxea, de tendencias electrónicas y estilo lánguido, como sus compatriotas "La Buena Vida". Pero su influencia sobre los grupos posteriores que aparecieron a finales de los 90 en España fue fundamental, y marcaron un camino que luego continuarían en parte formaciones como "Los Fresones Rebeldes", "La Pequeña Suiza", "Niza", "Me Enveneno de Azules" o "Parade", por poner solo algunos ejemplos.

Además, en el momento álgido de la tendencia, apareció un programa de radio dedicado a promocionarla, llamado "Viaje a los sueños polares", que sobresalía entre la basura habitual de "Los 40 Principales". Se titulaba así en honor a una de las mejores canciones del grupo, y lo conducía, entre otros, una de las cabezas visibles de "Elefant Records", Luis Calvo. Era un homenaje al grupo, y era una declaración de la importancia que había tenido para todo aquel movimiento.

He de confesar que, cuando escuche aquel "Planeta Indie", la canción de "Family" me pasó muy desapercibida. De hecho creo que ni siquiera me gustó.
Pero después, al hacerme con su único LP editado, "Un soplo en el corazón", llamado por el fervor con el que algunos de mis grupos favoritos hablaban de él, descubrí que era lo que tenía aquel dúo para haberse convertido en esa referencia con apenas 14 canciones y menos de 40 minutos de producción: una delicadeza muy especial en sus canciones, una forma muy onírica de narrar sus pequeñas historias, una elegancia rítmica que recordaba a los principios de "Depeche Mode" o "New Order" y un palpable amateurismo musical que, lejos de hacerlo difícil de escuchar lo convertía en algo muy accesible por su magnífica simpleza.

De aquellas 14 canciones, aparte de la ya mencionada "Viaje a los sueños polares" me gustaría destacar además "El Bello Verano", "Carlos Baila" o "Yo te perdí una tarde de Abril". O todas y cada una de ellas, para que engañaros...

Os dejo un vídeo de otra canción, que en realidad no es tal, ni vídeo oficial ni nada, porque no hicieron ninguno, solo una foto fija de ellos con el texto de la canción en plan karaoke: "La Noche Inventada"...



Espero que os gusten.

martes, 11 de noviembre de 2008

Dosis de sueño y realidad.

Hace no mucho uno de los comentaristas más habituales de mi blog, Jovekovic, publicó un post recordando el Día Mundial Contra la Pobreza. Se titulaba No podemos mirarles a la cara, y contaba que, según estimaciones de Naciones Unidas, con un 10% de lo que los gobiernos ricos van a invertir para salvar el sistema financiero mundial, se podía acabar con el hambre del mundo. Y mi comentario al respecto fue que yo no solo no podía mirar a algunos a la cara, sino que no podía mirarles siquiera a los pies.

Llevaba un tiempo dándole vueltas al asunto, sin decidirme a hacer un post sobre los planes de rescate a la banca, pero me da pereza incidir en algo tan comentado en todos sitios. Y ni siquiera la cumbre del día 20, esa en la que hay quien parece tener alguna esperanza de oír algo razonable y de la que seguramente no oiremos ninguna solución real, me motiva a hacerlo.

Ahora bien, hoy he visto un vídeo que me ha tocado la fibra y he decidido compartirlo con vosotros. Se trata de un vídeo que ha llegado a mí desde un blog genial, Fogonazos, que me recomendó otro lector del mío y que es un estupendo compendio de información curiosa, ciencia y cosas asombrosas. Y es un vídeo que no tiene mucho que ver con la crisis económica, pero que enlaza de maravilla con ella por las consecuencias que tienen los actos del hombre sobre el futuro de los que vivimos en este mundo y tenemos una voz difícil de oír.

Espero que a alguno de vosotros se tome la molestia de verlo y escucharlo, y de entenderlo como se merece. Seguro que para muchos no es más que demagogia, y habrá quién piense que la protagonista del vídeo no puede ser la misma persona que escribió el discurso. Pero yo confío en que seréis más los que encontraréis las verdades que se dicen, y que lo valoraréis con la ausencia de cinismo y la autocrítica necesaria.



Hay que seguir creyendo que el mundo cambiará a mejor algún día. Lo necesitamos para continuar teniendo confianza en el futuro, aun cuando nuestro presente es tan feo. Y se lo debemos a los que vienen por detrás, heredando nuestros pasos.
Ojalá haya alguien que se atreva a decir las cosas tan claras el próximo día 20, y ojalá haya quien sea capaz de conducirnos por mejores caminos en los próximos tiempos.
Para seguir soñando y despertar en un sitio mejor, que falta nos hace.